El astro brasileño "Pelé" en agosto del 2003 con niños estadounidenses, en una actividad de promoción con las divisiones menores del Cosmos de Nueva York, Estados Unidos. La estrella del fútbol mundial era un auténtico símbolo del balompié, un icono del éxito forjado con muchos atributos, a través del esfuerzo, la superación, el tesón, la ambición, el talento, los reveses y la humildad (foto archivo de Rodrigo Calvo).

El fútbol transformó su nombre, Edson Arantes do Nascimento (1940-2022), es su “rey” y la historia lo recuerda con un diminutivo universal: Pelé. Se le considera por muchos el mejor futbolista y deportista de todos los tiempos. Es el más completo. A lo largo de su carrera, batió récords y obtuvo los títulos más importantes. El que anotó más goles (1.283). Y el único que levantó el trofeo en tres Copas Mundiales, en 1958, 1962 y 1970.

Pero su inmenso legado es imperecedero como embajador de este deporte. No sólo porque lo convirtió en todo un espectáculo mientras jugó durante 21 temporadas, entre 1956 y 1977, para los equipos Santos FC de São Paulo, el Cosmos de Nueva York y la Selección de Brasil. Sino también por la herencia y sus enseñanzas de vida, que van más allá de un terreno de juego.

Precisamente, Pelé depositaba su fe en la importancia del esfuerzo diario para alcanzar la gloria. “El éxito no es un accidente. Es trabajo duro, constancia, aprendizaje, estudio, sacrificio y sobre todo amor por lo que haces o aprendes a hacer”, dijo el astro en una ocasión.

Sin duda, el astro brasileño era un auténtico símbolo del balompié, un icono del éxito forjado a través del esfuerzo, la superación, el tesón, la ambición, el talento, los reveses y la humildad, atributos con los que se fragua la vida de un hombre. La definición del diccionario así lo subraya: “Alguien que es extraordinario, o quien, por su calidad, valor, o superioridad, no puede ser igualado con algo o a alguien”, tal y como fue Pelé en su vida.

Nacido en un hogar pobre de Tres Corazones, en Minas Gerais, Brasil, limpió zapatos y pisos de niño, jugaba descalzo y vendió maní en las calles. Desde entonces, el apego a valores como la humildad, la caballerosidad y el sentido humanitario, entre otras cualidades, estuvo muy presente en la personalidad del “Rey del fútbol” y quedó en evidencia durante la juventud y luego en la madurez y vejez.

Pero su reputación también trascendió el deporte fue un hombre de valores ejemplares. Un periodista en Montevideo, Uruguay, le preguntó en mayo del 2009 sobre las obras benéficas que hizo a través de su fundación, a lo que Pelé respondió: “Creo que cuando uno hace una cosa la hace para Dios, por eso no me gusta hablar mucho de eso. Pero tenemos muchos trabajos con niños, con personas de avanzada edad”.

Una fotografía de Pelé de hace varios años, junto a unos niños, jugando al fútbol en una playa brasileña en São Paulo (fotografía Instagram de Pelé/archivo de Rodrigo Calvo).

Pese a que dijo que no le gustaba alardear sobre su trabajo benéfico, Pelé contó que una obra que realizaron en esa época fue recaudar fondos para un hospital de niños en la ciudad de Curitiba, Brasil. “Empezamos un trabajo para el Pequeño Príncipe, un hospital de niños. Yo completé 1.283 goles y transformamos eso que era apenas una memoria en 1.283 medallas de oro, bronce y plata, y las estamos subastando en Internet. Lo que se recaude se destinará al hospital”, declaró Pelé en esa oportunidad.

Cuando le preguntaron qué sugerencias daría como un hombre sencillo que triunfó en la vida. “Soy un ser humano como todos los otros y puedo cometer errores. Sobre dar un consejo, usted conoce el dicho que dice que si los consejos fueran buenos no se daban, se vendían. Creo que es más importante dar el ejemplo, principalmente para los niños con los que yo trabajo” añadió en el 2009 para La Voz de América, la prestigiosa emisora internacional financiada por el gobierno de Estados Unidos.​​​

Pelé contó cómo su padre siempre trató de bajarle los pies a la tierra, aún cuando era un astro consagrado del fútbol. “Mi papá me decía, oiga, Dios te dio el don de jugar al fútbol. Eso te lo dio Dios, no hiciste nada así que no te pongas muy creído porque esto es un legado de Dios. Entonces, yo lo único que podía hacer era estar siempre preparado en condiciones para que yo pudiera aprovechar ese legado”, recordó en Uruguay.

Nunca dejó de ser afable en la grandeza; era muy accesible, amable y educado, pese al acoso de la afición. Se negaba a viajar con comitivas oficiales para hacerlo con el conjunto Santos FC, incluso en una ocasión pidió que le regalaran un radio para dárselo al utilero de equipo.

No le disgustaba firmar autógrafos o sacarse fotos, al subrayar que no sería Pelé sin el apoyo de los seguidores. Cuando se le preguntaba si era el soberano del balompié, contestaba que no podía serlo pues un equipo se compone de 11 jugadores y cada uno juega un puesto diferente. Prefería indicar que solo era un buen delantero.

Tras décadas de viajar y estar con autoridades y celebridades, el Deportista del Siglo XX -según el Comité Olímpico Internacional y el semanario francés L’Equipe Magazine, en 1981- no asumió posturas políticas claras y firmes para no afectar su ejemplo ante los niños, al que constantemente dedicó donaciones y obras de bien social. Precisamente, una de las hazañas más emblemáticas de su carrera se produjo en 1969, cuando paró la guerra civil en Nigeria y proporcionó breves momentos de paz a la sufrida población de la Ciudad de Benín.

El astro del fútbol, considerado por muchos el mejor jugador de todos los tiempos, posa con niños durante la inauguración de un campo de fútbol en la favela Mineira, de Río de Janeiro, Brasil, el 10 de setiembre del 2014 (foto archivo de Rodrigo Calvo).

Después de su retiro, la leyenda “goleó” fuera de los campos de fútbol. También fue actor, cantante, político y figura comercial, nombrado Ciudadano del Mundo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Embajador para la Ecología y el Medio Ambiente, luego de la Educación, Ciencia, Cultura y Buenos Deseos de la Unesco, ministro de Deportes de Brasil, Caballero de Honor del Imperio Británico y Embajador del Deporte en el Foro Económico Mundial.

La vida del “10” más famoso del deporte, ícono universal, se apagó el 29 de diciembre del 2022 al fallecer a los 82 años en São Paulo. El mundo del balón se enlutó y se despidió del genio que marcó la historia en dos partes: Edson se fue, Pelé no. Porque Pelé no muere. Su legado de humildad y espectáculo es eterno.

Desde abril del 2023, el apodo Pelé se convirtió en una nueva palabra en la lengua portuguesa, ya que el término fue incluido en el diccionario Michaelis, el más usado en ese idioma, editado en Brasil. Los más de 200 millones de hablantes de portugués en el mundo tienen ahora el respaldo del diccionario para decir frases como “ella es la Pelé de la medicina”, o “él es el Pelé de la física”; incluidos otros ejemplos: “él es el Pelé del baloncesto, ella es la Pelé del tenis, ella es la Pelé de la dramaturgia brasileña”, reportó esa vez la agencia española EFE.

El nuevo vocablo fue definido así: “Algo o alguien que es fuera de lo común, algo o alguien que en virtud de su calidad, valor o superioridad no puede ser igualado a nada o a nadie, así como Pelé, mote de Edson Arantes do Nascimento (1940-2022), considerado el mayor deportista de todos los tiempos; excepcional, incomparable, único”.

Otro gran honor para el único jugador que conquistó tres títulos mundiales de fútbol con su selección, en Suecia 1958, Chile 1962 y México 1970, para ganarse también el sobrenombre de “Rey”. Por muchos es considerado el mejor jugador en la historia de este deporte, dejó una herencia invaluable y por generaciones se hablará de él.

Nota del autor: Este artículo se publicó primero el pasado 22 de enero del 2023, en el Facebook de la “Revista Hogar y Fe”, y se actualizó el 23 de octubre del 2023, con motivo del 83 aniversario de la fecha de su nacimiento.

El máximo astro del balompié, Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, festeja con sus compañeros y los aficionados la victoria conseguida en la final del Campeonato Mundial de México con la Selección de Brasil, que goleó por 4-1 a la de Italia, en el duelo decisivo que se disputó el 21 de junio de 1970 en el estadio Azteca, de Ciudad de México, México. “O Rei” es el único jugador del planeta-fútbol que conquistó tres títulos mundiales con su país: Suecia 1958, Chile 1962 y México 1970 (foto AP/archivo de Rodrigo Calvo).
Previous articlePelé, el eterno N°”10″ y rey de los Mundiales de Fútbol
Next articleEl día que Costa Rica ganó 11-0 a Panamá en 1938
Rodrigo Calvo
Tiene 43 años de ejercer el periodismo deportivo. Estudió en la Universidad de Costa Rica, graduado en 1989. Laboró en Radio Monumental, Deportes Repretel y la oficina de prensa del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA. Estuvo ligado por tres décadas al Grupo Nación, en la revista deportiva “Triunfo” y los periódicos “Al Día” y “La Nación”. Ha colaborado para medios especializados de la FIFA y en Centroamérica, Caribe, México, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Argentina, Brasil, España e Italia. Obtuvo el Premio Nacional “Pío Víquez” de Periodismo en el 2007 y dos veces el Premio “Jorge Vargas Gené-Óscar Cordero Rojas". Su especialidad son temas de historia y estadística del deporte nacional e internacional. Desde 1995 escribe la columna “Buzón de Rodrigo” y desde 1989 es corresponsal del semanario deportivo “France Football” de Francia. Integra la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Futbol en Alemania y a partir del 2007 es miembro del jurado mundial del “Balón de Oro”, de la revista “France Football". Escritor de múltiples obras deportivas, como la colección "Aventura Tricolor: Mundial de Italia 1990, "Tiempos de Selección" (1997), "La Copa Mundial de Fútbol (1998), "100 años de Deportes" (1999), "Huellas del Fútbol Tico" (2009), "Legionarios" (2012), "CSH-100: ¡El equipo que nació Grande! 1921-2021" (2021) y "Crónica del Centenario 1921-2021" (2021).