Los titulares de periódicos "La Prensa Libre" y el "Diario de Costa Rica", son elocuentes hace 65 años, en abril de 1957, para calificar la controversial actuación del árbitro inglés Charles McKenna que perjudicaron al Club Sport Herediano y favorecieron al Deportivo Saprissa, posterior campeón de aquella temporada (reproducciones de "La Prensa Libre" y el "Diario de Costa Rica".

El fútbol nunca estará exento de la polémica por los malos arbitrajes. Es un hecho recurrente en nuestros campeonatos nacionales de fútbol. Uno de los más recordados se presentó el 21 de abril de 1957, durante un duelo de poder a poder entre el Deportivo Saprissa y el Club Sport Herediano, que esa vez se transformó en el “clásico de la insolencia”, calificó el periodista Luis Cartín Paniagua, en el suplemento deportivo Aire Libre, del diario La República.

Aquella vez, el Team florense –entonces monarca nacional– fue el más perjudicado por una controversial decisión, un fallo de apreciación arbitral que resultó favorable a los josefinos, interpuesto por un pequeño juez procedente de Europa, el inglés Charles McKenna, cuyos servicios profesionales había contratado la junta directiva de la Federación Nacional de Fútbol (hoy Fedefútbol), al ser importado junto su colega escocés, William Crawford, para que arbitraran choques de la liga local de la Primera División, así como enfrentamientos internacionales de interclubes.

Precisamente, un discutible trabajo de McKenna sucedido en el citado duelo entre morados y rojiamarillos, provocó que este partido no tuviera final. Charles se hizo famoso en esa época porque era el causante de fuertes polémicas por sus fallos, casi siempre, favorables a los tibaseños y en una ocasión en contra del Saprissa en un partido internacional contra un club brasileño, citó el periodista José Antonio Pastor en su libro Historia del Deportivo Saprissa (1987).

El árbitro Charles McKenna, de Inglaterra, fue contratado en 1957 por la Federación Nacional de Fútbol para que dirigiera partidos del campeonato local y de series internacionales (reproducción de “La República”).

Aquel 21 de abril de 1957 sucedió de todo en la antigua estructura del Estadio Nacional, en La Sabana, San José. Los balones rondaron ambas porterías, pero sin provocar un verdadero susto hasta que en el minuto 33 minuto del segundo tiempo (78′), cuando Míster McKenna –así lo llamaba la prensa de la época– sancionó un penal que resultó dudoso en el área rojiamarilla. Hasta ese momento, el resultado del partido era empate a cero goles.

Lo que sucedió fue que el novel portero del Herediano, Danilo Ugalde, cortó un balón y lo sostuvo entre sus manos, pero fue cargado en forma ilegal por el ariete josefino, José Luis Saningo Soto, por lo que tuvo que intervenir de inmediato el experimentado volante del Team, Édgar Quesada, para controlar al rival.

Ahí se produjo el lío porque el central florense, Javier Acuña, cometió una novatada, una acción torpe, y propinó un tremendo puntapié a Saningo, que le merecía la expulsión del terreno de juego. Después se produjo una corta trifulca entre los actores de los dos clubes que no pasó a más.

Una vez que las autoridades restablecieron el orden, se dio lo insólito: el árbitro británico tomó el balón entre sus manos y lo colocó en el punto de penal. La pena máxima decretada contra los campeones de Costa Rica de 1955 (el torneo de 1956 se declaró desierto) causó el estupor general de la concurrencia, que en su mayoría consideró unilateral la decisión arbitral.

Precisamente, las crónicas posteriores de los diarios La República, La Prensa Libre y el Diario de Costa Rica coincidieron en afirmar que el fallo de McKenna fue “equivocado y drástico”, “demasiado riguroso”, que dio al traste con la contienda y en ese momento le dio la ventaja a la “S” para confirmarse en el primer lugar de la tabla de posiciones del certamen liguero.

Lo contrario sucedió con el diario La Nación, que defendió más el desempeño arbitral, que “sacó un gran partido”. El entonces editor deportivo, Jorge Pastor Durán, criticó el pésimo espectáculo brindado en el Estadio Nacional, las tres ocasiones de gol que dejó ir el Herediano en la primera parte, un penal al morado Jorge Cuty Monge no sancionado en este lapso y cómo el Saprissa logró nivelar en la complementaria.

Sin embargo, el cronista censuró también la actitud violenta de los heredianos y en su opinión un hecho más grave se produjo una semana antes, cuando el mismo McKenna le concedió dos goles en fuera de juego al Herediano en su cotejo contra la Sociedad Gimnástica Española.

ENTRE SILBIDOS Y APLAUSOS

Los saprissistas aplaudieron al británico, mientras que los jugadores del Herediano reaccionaron en forma antideportiva, con violencia y frustración, hasta rodearon al silbatero pidiéndole clemencia y más justicia, iniciándose así otra pequeña cámara húngara donde intervinieron hasta miembros de la Guardia Civil, miembros de ambos cuerpos técnicos y algunos aficionados florenses.

El más molesto del Team vino del sector de suplentes. El volante y auxiliar técnico, Mario Murillo, se le abalanzó con malas intenciones al árbitro de Inglaterra y reclamó en forma vehemente. “Este señor me va a agredir”, fue el corto mensaje de McKenna a la Guardia Civil para que lo protegiera de la ira del florense.

Por lo anterior, el encuentro no se pudo reanudar más, ni se cobró el tiro de penal, siendo suspendido por el silbatero. McKenna dio diez minutos reglamentarios para esperar que todo se resolviera, pero los florenses mantuvieron su actitud de rebeldía al no aceptar el veredicto del árbitro, ni dejar que se cobrara la falta de penal.

Imagen previo al señalamiento del penal. Mientras el atacante morado José Luis Saningo Soto yace en el suelo tras ser agredido por el zaguero florense Javier Acuña, el árbitro inglés Charles McKenna (izquierda) le pide el balón al portero Danilo Ugalde para señalar la pena máxima, acto que llena de furia a los heredianos (reproducción de “La República”).

De inmediato, el inglés salió del terreno de juego escoltado por la policía, recibiendo una estruendosa silbatina por parte de la fanaticada rojiamarilla, al tiempo que los seguidores morados aplaudieron a rabiar el detestable fallo de McKenna. Todo un escándalo y un espectáculo nada digno para el fútbol tico.

Horas más tarde, Charles McKenna fue abordado por el programa Deportilandia, de Radio Crystal, y dio explicaciones sobre lo sucedido aquel confuso domingo de abril de 1957. “Suspendí el partido por cuanto los jugadores del equipo de Herediano no quisieron despejar el área, lo que hizo imposible ejecutar el penal. Yo decreté el castigo máximo porque pude ver cómo era sujetado y golpeado el delantero saprissista frente al marco”, aclaró el inglés.

“Informaré ahora a la Federación de Fútbol –continúo el árbitro– y será ella la que resuelva el asunto. No es cierto que fuera agredido por ningún jugador. No hice otra cosa que interpretar el reglamento y creo que he cumplido con mi deber. Me duele que la indisciplina de un equipo haya perjudicado al público, que hasta ese momento estaba viendo un gran partido”.

En su reporte oficial a la Liga Mayor de Fútbol, el británico acusó a los futbolistas heredianos de agredirle, tanto verbal como físicamente. Para ello, el inglés mostró una lesión en una pierna que alegaba había sido producida por Mario Murillo.

Al analizar todos los antecedentes presentados, incluido el reporte del fiscal federativo designado a este encuentro, los dirigentes decidieron darle al Saprissa los dos puntos y la victoria mínima por 1-0 (en ese tiempo, se otorgaban dos unidades por triunfo); además, le congeló parte de la taquilla económica que le correspondía al Herediano.

En el capítulo disciplinario, la Federación anunció severos castigos a tres jugadores florenses. Se sancionó a Mario Murillo con siete fechas, a Édgar Quesada con dos juegos y a Javier Acuña con un partido.

Los florenses Javier Acuña (izquierda) y el novel portero Danilo Ugalde reaccionan con consternación el castigo del penal a favor del Saprissa, decretada por el polémico árbitro inglés Charles McKenna (reproducción de “La República”).

La apelación de la Asociación Deportiva Club Sport Herediano no se hizo esperar, pero sólo consiguió la suspensión de las penas a Mario Murillo y a Édgar Quesada.

Al final del torneo, Saprissa fue el campeón de la temporada de 1957, con 23 unidades ganadas en 14 juegos disputados, la misma puntuación que Alajuelense, lo que obligó a que por primera vez en la historia un título nacional se otorgara por la diferencia de goles (+25 sobre +21 de los manudos).

Una opinión externó el mismo historiador José Antonio Pastor, en su libro de la Unafut al lado de Javier Rojas, Historias de Lucha, Pasión y Goles (2018). “Fue un torneo extraño porque ni morados ni manudos terminaron satisfechos. Los primeros porque no pudieron superar a su acérrimo rival en ninguna de las dos enfrentamientos y para los rojinegros porque sintieron que las actuaciones de los jueces británicos McKenna y Crawford los privaron del cetro injustamente”, reseñó Pastor.

Sin duda, el incidente marcó el devenir del campeonato nacional de la máxima categoría, una cruz que llevaría el Saprissa durante muchos años hasta la actualidad, que tiene un nombre desde entonces, El McKennazo.

No hay duda de que el 21 de abril de 1957 se vivió un pasaje debatible en el Estadio Nacional, que ya forma parte de la historia gris del fútbol costarricense.

El protagonista principal tiene nombre y apellido: Charles McKenna, cuya permanencia en el país a la par de William Crawford fue efímera en nuestro balompié; nunca más aparecieron en el firmamento nacional, pues ambos fueron borrados del mapa y no se les contrató más para dirigir aquí partidos locales e internacionales.

Así tituló la sección deportiva del diario “La Prensa Libre”, a cargo del periodista Óscar Montero, sobre el polémico partido Saprissa-Herediano que no terminó en abril de 1957 (reproducción de “La Prensa Libre”).

EL PARTIDO DEL RECUERDO

Saprissa 1-Herediano 0 (*)

FECHA: Domingo 21 de abril de 1957.

SEDE: Estadio Nacional, de La Sabana, San José.

ÁRBITROS: Charles McKenna (Inglaterra), central; Humberto Saborío y Juan Soto París, guardalíneas.

ALINEACIONES:

DEPORTIVO SAPRISSA:

Mario Flaco Pérez; Giovanni Rodríguez, Mario Catato Cordero (capitán) y Alex Sánchez; Marvin Rodríguez (Napoleón Chino Torres) y Constantino Tulio Quirós; Rodolfo Herrera, Álvaro Murillo, Jorge Hernán Cuty Monge (Marvin Rodríguez ingresó nuevamente), José Luis Saningo Soto y Rubén Rata Jiménez. Director técnico: Alfredo Chato Piedra (costarricense).

Nota: Se permitía en esa época que un jugador que saliera de cambio pudiera ingresar de nuevo, como sucedió en este juego con el mediocampista morado Marvin Rodríguez.

CLUB SPORT HEREDIANO:

Danilo Ugalde; Claudio Colorado Sáenz, Javier Acuña y Mariano Nano Campos; Édgar Negro Esquivel (Rafael Rafa Sánchez) y Édgar Quesada; Carlos Manuel Pantoja, William Carpio, Danilo Montero, Eladio Macho Esquivel (capitán) y Óscar Cuico Bejarano. Director técnico: Domingo Borja (español).

MEJORES JUGADORES: Mario Catato Cordero, en el Saprissa; Claudio Colorado Sáenz y Édgar Quesada, en el Herediano.

MOTIVO: Juego de la temporada 1957 por el Campeonato Nacional de la Primera División del fútbol de Costa Rica.

(*) NOTA: El juego iba 0-0 cuando se suspendió en el minuto 78 por disturbios con los jugadores florenses que protestaron la sanción de un penal a favor del Saprissa. Días más tarde, la Liga Mayor de Fútbol otorgó los dos puntos y el triunfo al Saprissa por 1-0; además, embargó parte de la taquilla al Herediano.

Formación titular del Deportivo Saprissa que fue campeón nacional en 1957. Arriba (de izquierda a derecha): José Luis “Saningo” Soto, Rodolfo Herrera, Álvaro Murillo, Giovanni Rodríguez, Alex Sánchez y Rubén Jiménez. Abajo: Mario “Flaco” Pérez, Jorge “Cuty” Monge, Mario “Catato” Cordero, Marvin Rodríguez y Constantino “Tulio” Quirós (foto “El Libro Morado”).

FUENTES CONSULTADAS: Periódicos de abril de 1957 de “La Nación”, “La República”, “La Prensa Libre” y el “Diario de Costa Rica”; así como tres libros del periodista José Antonio Pastor Pacheco: “Historia del Deportivo Saprissa” (1987), “El Libro Morado” (2010) y “Historias de Lucha, Pasión y Goles”, de la Unafut (2018).

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Rodrigo Calvo
Tiene 43 años de ejercer el periodismo deportivo. Estudió en la Universidad de Costa Rica, graduado en 1989. Laboró en Radio Monumental, Deportes Repretel y la oficina de prensa del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA. Estuvo ligado por tres décadas al Grupo Nación, en la revista deportiva “Triunfo” y los periódicos “Al Día” y “La Nación”. Ha colaborado para medios especializados de la FIFA y en Centroamérica, Caribe, México, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Argentina, Brasil, España e Italia. Obtuvo el Premio Nacional “Pío Víquez” de Periodismo en el 2007 y dos veces el Premio “Jorge Vargas Gené-Óscar Cordero Rojas". Su especialidad son temas de historia y estadística del deporte nacional e internacional. Desde 1995 escribe la columna “Buzón de Rodrigo” y desde 1989 es corresponsal del semanario deportivo “France Football” de Francia. Integra la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Futbol en Alemania y a partir del 2007 es miembro del jurado mundial del “Balón de Oro”, de la revista “France Football". Escritor de múltiples obras deportivas, como la colección "Aventura Tricolor: Mundial de Italia 1990, "Tiempos de Selección" (1997), "La Copa Mundial de Fútbol (1998), "100 años de Deportes" (1999), "Huellas del Fútbol Tico" (2009), "Legionarios" (2012), "CSH-100: ¡El equipo que nació Grande! 1921-2021" (2021) y "Crónica del Centenario 1921-2021" (2021).