La actual junta directiva de la Liga Deportiva Alajuelense, comandada por Raúl Pinto, es una de las peores que recuerde en años.
Peor incluso que aquella triste y penosa directiva que encabezaba Rafael Alfaro, cuyo legado para el liguismo fue haber “regalado” a Bryan Ruiz.
La actual dirigencia rojinegra es penosa, vergonzosa, mediocre, risible, patética y, ante todo, perdedora. Con esa vibra perdedora contagia al equipo y lo lleva a números desastrosos en su rica historia.
Dos años y medio sin títulos, sin participar en la Concacaf, y derrotas sonoras unas tras otras, reflejan los yerros cometidos por personas que cada vez que la Liga se consume en una debacle salen a los medios con su tono melodioso y conciliador a dar como excusas puros platos de babas.
Gente sin carácter ni autocrítica. Personas con esas actitudes no deben estar al frente de una institución como la Liga.
Raúl Pinto –y toda la junta directiva– quedará en la historia de los aficionados y sobre todo de la Liga como un pésimo presidente, cuyos logros, si bien hay que reconocérselos en el campo administrativo, han estado ayunos en lo deportivo, donde han predominado las pésimas decisiones en torno a la contratación y exclusión de jugadores y de cuerpos técnicos (en las últimas semanas, se declaró transferible al atacante Jonathan McDonald, y se destituyó por teléfono al técnico Javier Delgaso, quien estaba de vacaciones en Estados Unidos, y se nombró a José Giacone).
Jugadores y extécnicos resentidos es lo que han cosechado a lo largo de los años. Como liguista, me da rabia ver a directivos como Marco Vásquez que, cada vez que habla a algún medio sobre un jugador que no sigue o algún técnico cuya contratación se cayó, sale haciéndose la víctima y asumiendo sus graves y constante errores, como ocurrió en el caso a inicio de temporada como el entrenador portugués Guilherme Farihna, quien es más liguista que cualquiera de la directiva actual.
Esta dirigencia se caracteriza por las broncas con la Unafut, con el arbitraje y las constantes apelaciones ganadas por parte del abogado Aquiles Mata. Estos han sido sus penosos logros en los últimos años, cuando dejaron de ganar finales y perderlas de manera humillante.
Con la presión de la copa número 30 que no llega, contratan a un director técnico como Javier Delgado que venía de perder finales a nivel nacional e internacional; es decir, con una vibra de derrota encima que ni Wilmer López al lado pudo quitar.
En la final recién perdida con Herediano, Delgado demostró que posee más recursos para hablar frente al micrófono que para plantear una estrategia inteligente en el campo.
De nuevo, Hernán Medford mostró ser más inteligente y agresivo proporcionándole un nuevo fracaso a Delgado, quien no gana nada desde hace rato.
Un error nuevo es haber echado a Jonathan McDonald, quien tiene contrato con la institución. Mostraron la falta de carácter y de seriedad a la hora de tomar decisiones importantes, cedieron a la presión de los medios y de parte de la afición. Nunca lograron apoyar al jugador.
El mismo día que lo echan, renuncia a su cargo de gerente deportivo el argentino Fernando Colombo y, como todo en esta floja directiva, sale con la excusa de que esta situación se manejará de puertas para dentro, con lo que todo se cubre con una mano oscura de dudas.
Yo, como liguista, me resigné que la corona 30ª no va a llegar mientras Pinto y demás directivos estén frente a la Liga.
Existen la vibras y la Liga tiene una maldición que la condena al fracaso. Esperemos a noviembre próximo, cuando se nombre a una nueva junta directiva que debe, de una buena vez, rescatar a la Liga Deportiva Alajuelense de tiempos oscuros.