PREGUNTA:
El exguardameta Carlos Alvarado fue uno de los costarricenses que jugaron con éxito en el fútbol colombiano, en la Época del Dorado (1949-1954), junto a figuras como Jorge Cholo Rodríguez, Leonel Boza, Rafael Cardona, Ulises Licho Alpízar, Evelio Alpízar, Mario Ruiz y Rodrigo Araya, entre otros. Me podría brindar detalles de su brillante carrera deportiva, tanto en Costa Rica, con Alajuelense, como en el exterior.
Norman Calderón Fonseca (Los Lagos, Heredia) y Freddy Fhara Lasalle Maduro (Caracas, Venezuela).
Carlos Alvarado Villalobos se convirtió durante 16 temporadas, entre 1944 y 1960, en una leyenda de la portería durante una fructífera etapa de grandes guardametas en el país, junto a los legendarios Evaristo Murillo, Jorge Cholo Rodríguez, Mario Flaco Pérez y Hernán Alvarado.
Nacido el 19 de diciembre de 1927, Don Carlos empezó en equipos de su natal Santa Bárbara de Heredia. “Vivía en el puro centro de Santa Bárbara, muy cerca de la casa de Evaristo Murillo Chaverri, el mejor portero que ha tenido Costa Rica en toda su historia. En aquella época, jugábamos fútbol todo el día y hasta la pura noche. El que no jugaba era muy inútil (…) Me acuerdo que le gritaban a los delanteros que me tiraran por alto, porque yo era muy bajito”, revivió este barbareño con alma rojinegra, en un capítulo dedicado a su legado que apareció en el 2021 en el libro “Centenario de Leyendas: 100 años de la Liga Deportiva Alajuelense“, de Esteban Aronne, Francisco González y Néstor Morera.
Siendo apenas un adolescente con apenas 16 años de edad, cuando se debatía entre las clásicas mejengas y nadaba en pozas, el fútbol le atraía sobre todas las cosas y así arribó a la Liga Deportiva Alajuelense durante la temporada de 1944, luego de que recibiera un telegrama del club manudo que le envió el jugador Salvador Soto Villegas, El Indio Buroy, para citarlo a los entrenamientos. Bajo la dirección técnica del exfutbolista Alejandro Morera Soto, muy pronto recibió oportunidades como titular y casi de inmediato se adueñó de la portería rojinegra, cuando el entrenador le dio confianza necesaria para brillar y se sintió preparado para alcanzar el sueño de jugar en la máxima categoría.
“A don Alejandro le debo todo como futbolista y como persona”, reseñó Carlos Alvarado en una entrevista con el diario La Nación, publicada el 20 de junio de 1999, dentro de la serie “Grandes Figuras del Deporte Costarricense en el Siglo XX“. “Fue mi maestro, mi profesor, mi guía. Pasarán 100 años antes de que en Alajuela nazca alguien como él. Luchó contra la Junta Directiva para mantenerme en el puesto. Yo llegué como el cuarto portero y para mi sorpresa me entregó la titularidad”, agregó en la misma publicación.
En ese mismo año de 1944, Alajuelense purgaba un castigo un castigo impuesto por la Federación de Fútbol. Ante la imposibilidad de jugar contra equipos federados, el conocido Aguilucho fue conocido en canchas abiertas como las de Sarchí, Zarcero y Grecia. Fue 1945 el año que marcó su debut oficial en la división de honor y la obtención de su primer título nacional. “Teníamos un equipazo. Si me metían tres goles, nosotros metíamos seis”, recordó Alvarado con orgullo.
A partir de ese momento, don Carlos empezó una exitosa carrera deportiva con Alajuelense, con el que jugó en 159 partidos y se coronó en seis ocasiones monarca local, en 1945, 1949, 1950, 1958, 1959 y 1960.
“Soy de Santa Bárbara, pero vivo en Alajuela desde 1953. Aquí la gente es muy buena conmigo. Siempre me atendieron bien. Aquí conocí a mi mujer… La máxima satisfacción era ser campeón y yo lo disfruté seis veces con la Liga. Era una época lindísima. Había un gran protagonismo –en el campo– con equipos como La Libertad, Herediano, Gimnástica Española y Orión. Luego apareció el Saprissa con una gran rivalidad desde el principio. Si perdíamos contra ellos… ¡yo ni quería salir de la casa!”.
También formó parte de la delegación liguista en la gira mundial de 1960, cuando hace seis décadas le puso punto final a su carrera tras el juego del 30 de noviembre de ese año que su club le ganó 2-1 a la Selección de Hong Kong.
“Me retiré del fútbol durante la vuelta al mundo de la Liga, una gran hazaña. Tenía 33 años y estaba cansado. La gira me ayudó a pensarlo. La transición no fue dura, cuando me di cuenta ya habían pasado dos años. Nunca pensé en ser entrenador, ni jugué mejengas. Me dediqué al negocio (tuvo una estación de servicio en el centro de Alajuela), aunque sí voy al estadio”, recordó el exguardameta en el mismo reportaje del año 99.
Bautizado El Aguilucho por el locutor deportivo Franklin Monestel Vicenzi, porque literalmente volaba de palo a palo en la portería que defendía con calidad, reflejos, experiencia y profesionalismo, Carlos Alvarado reforzó en muchos juegos internacionales al Club Sport Herediano, el Deportivo Saprissa, el Club Sport La Libertad, la Sociedad Gimnástica Española y el Orión FC. En giras a El Salvador, impuso el récord de 900 minutos sin recibir anotaciones en 10 partidos, tres con Alajuelense, otros tres con el Herediano y cuatro con el Orión FC.
Este arquero de mil y una batallas jugó también en el extranjero con el Club América de México, en 1947. Tras su regreso de suelo azteca se justificó sobre su falta de adaptación y que le dio mal de patria: “Tal vez me faltó, cómo decirlo… espíritu. No me hallaba. Allá me fui un año. Pero ¡qué va! Era como un martirio. Yo fui con (Miguel Ángel) ‘Chumpis’ Zeledón, luego de aquel año me regresé. ‘Chumpis’ sí se quedó”.
Para 1950 viajó otra vez al exterior, ahora en el América de Cali, en Colombia, pero solo por tres meses, durante la conocida “Época del Dorado”, donde en aquella Meca grandes figuras del fútbol mundial como el argentino Alfredo Di Stéfano pisaron Colombia. Pero, de nuevo, la nostalgia lo dobló. “Solo aguanté tres meses, la primera vuelta del campeonato. No aguanté más. Ni dormir podía. Eso no era vida”, argumentó don Carlos a La Nación.
Recibió ofertas del Boca Juniors (Argentina), el Botafogo de Río de Janeiro (Brasil) y el Génova (Italia), que no se concretaron. Hasta Alejandro Morera lo quiso recomendar a un club del fútbol español, pero rechazó la opción pues decía que en Costa Rica lo tenía todo.“Allá daban como un hecho mi contratación. Cuando fui con la Selección a los Juegos Panamericanos de Buenos Aires, me recibieron con fotos en el aeropuerto y en las calles. Pero es una ciudad terrible de grande y me dije: ‘Aquí no me ambiento’. Les agradecí y me devolví a Costa Rica”, revivió en 1999.
Un hecho significativo se presentó durante la década de 1950 a 1960, cuando la estación radiofónica La Voz de América (Estados Unidos) lo declaró uno de los cinco mejores porteros del planeta-fútbol. “Verdad o mentira, fue muy lindo que pensaran en mí”, subrayó Alvarado.
Como seleccionado de Costa Rica acumuló 25 partidos oficiales de clase A. Ganó la medalla de plata en el torneo de fútbol de los Juegos Deportivos Panamericanos de 1951, celebrados en Buenos Aires, Argentina; igual obtuvo tres cetros en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de Fútbol, en 1953, 1955 y 1960.
En su opinión, el mejor partido de su carrera futbolística fue el que protagonizó la Liga Deportiva Alajuelense ante el poderoso Club Atlético Boca Juniors, de Argentina, que finalizó 1-1 el 25 de diciembre de 1950, en el Estadio Nacional, de La Sabana, San José. En este histórico juego, Carlos Alvarado registró una actuación sensacional, incluso cuando el juego estaba igualado a un gol le detuvo un penal en el último minuto al delantero visitante Marcos Ricardo Busico, con un impresionante puñetazo a mano cambiada al palo izquierdo.
“Me dio mucha rabia (la sanción del penal) porque me jugué un partidazo. Ni el viento me pasaba ese día. Marcos Busico lo iba a patear y le dije de frente: ‘¡Usted a mí no me mete ese penal!’ y me fui al marco muy enojado”, reseñó el guardameta en la obra “Centenario de Leyendas: 100 años de historia de la Liga Deportiva Alajuelense“, publicada en el 2021. De esta manera, el ídolo de los alajuelenses rescató un empate histórico para el balompié costarricense.
Por esta razón, en medio de las ovaciones y las felicitaciones, como un regalo en aquella Navidad de 1950, el público manudo se enloqueció con su gran actuación y el entonces presidente de la República, Otilio Ulate Blanco, se desprendió de su reloj de pulsera para regalárselo al portero en el palco de honor. “Yo era muy seguro, muy positivo. Nunca me rendía en los partidos. Esa vez, antes de que el argentino Busico lo tirara, me decía a mí mismo: ‘No me lo meten, no me lo meten’. Cuando él lo pateó, yo ya iba volando”, describió el arquero en otro artículo de 1999.
Otros duelos memorables de carácter internacional los cumplió ante Guadalajara (2-1), Génova (6-0), Botafogo (0-0) y San Lorenzo de Almagro (4-1). “Me compenetraba mucho en los juegos. A veces era duro con mis compañeros, porque no quería perder. Siempre les ofrecía disculpas, por si alguien se había ofendido…”, revivió don Carlos en la misma entrevista de 1999.
También, en la misma entrevista con el diario La Nación se declaró, en 1999, admirador de sus colegas Evaristo Murillo y el argentino Julio Cozzi. “Evaristo fue mi ídolo en Costa Rica. No he visto portero como él”, reflexionó Alvarado. De ellos aprendió grandes secretos de la portería.
Es uno de los integrantes inmortales de la Galería Costarricense del Deporte desde 1988 y fue declarado en 1999 por el mismo periódico La Nación uno de los 25 mejores deportistas del país en el Siglo XX. Carlos Alvarado fue nombrado, además, “el mejor portero de la historia del América de Cali”, de acuerdo a la revista “70 Años de la Pasión de un Pueblo”, una publicación oficial del América.
Como detalle histórico y homenaje a su brillante carrera deportiva, el estadio que lleva su nombre está en su natal Santa Bárbara, de Heredia, desde su creación en 1993. Carlos Alvarado Villalobos radicaba en Alajuela, donde hizo su vida familiar y futbolística, pero este 27 de julio del 2024 falleció a la edad de 96 años de edad en Alajuela, según confirmó la Liga Deportiva Alajuelense en sus redes sociales.
“Despedimos con profundo pesar a una verdadera leyenda del liguismo y del fútbol costarricense. Carlos Alvarado, nuestro querido ‘Aguilucho’, quien dejó un legado imborrable en la historia de Liga Deportiva Alajuelense. Como portero, Carlos fue excepcional y marcó una era. Entre 1944 y 1960, defendió nuestros colores con valentía, pasión y amor. Sus tapadas se destacan en los libros de historia como las más extraordinarias entre todos los guardametas. No solo resalta por su desempeño en el campo, sino también por ser un gran ser humano y uno de los primeros legionarios costarricenses, llevando el nombre de LDA y de Costa Rica más allá de nuestras fronteras. Hoy, la familia rojinegra se une en un abrazo solidario y envía sus condolencias a sus seres queridos. Gracias, Carlos, por tantas alegrías y por ser un ejemplo de lo que significa ser un verdadero león. Un legado que vivirá por siempre en nuestros corazones. Descansa en paz, ‘Aguilucho’…”, fue el emotivo escrito de la institución rojinegra a la afición sobre el legado eterno del legendario Carlos Alvarado Villalobos en el balompié costarricense.
Galería de fotografías del legendario portero Carlos Alvarado Villalobos
FUENTES CONSULTADAS: Libros “Liga Deportiva Alajuelense” (2014), de José Antonio Pastor Pacheco; y “Centenario de Leyendas: 100 años de historia de la Liga Deportiva Alajuelense” (2021), de Esteban Aronne, Francisco González y Néstor Morera; archivo del sitio web “Buzón de Rodrigo”. Video de YouTube: Liga Deportiva Alajuelense. Fotografías: Archivos de la Liga Deportiva Alajuelense, José Antonio Pastor Pacheco y Rodrigo Calvo Castro.
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