Inglaterra, los inventores del fútbol moderno, no había podido demostrar en la cancha su hegemonía en este deporte. Este sueño lo consiguió al fin hace 54 años como local, en la Copa Mundial de 1966, cuando se apoderó del título mundial con justicia y un juego dinámico.
El proceso comenzó en 1963 con el nombramiento del exjugador internacional, Sir Alf Ramsey, como seleccionador nacional. Así el equipo comenzó a prepararse para afrontar un auténtico desafío tres años después: el Mundial del 66 que, precisamente, iba a disputarse en siete subsedes de Inglaterra.
Veinticuatro victorias, ocho empates y seis derrotas constituyeron el balance de los tres años de preparación para la cita mundialista. Luego se dio el triunfo. Una victoria difícil y poco brillante, pero triunfo al fin ante Alemania Occidental en el juego final, que los ingleses lograron ganar por 4-2 en el estadio Wembley, de Londres.
En los partidos anteriores, los ingleses ganaron el grupo 1 en el estadio londinense de Wembley, donde eran prácticamente invencibles, salvo el primer partido que empató con Uruguay (0-0). En los otros superó a México (2-0) y a Francia (2-0).
Para los cuartos de final, pasaron dificultades ante Argentina. Geoffrey Geoff Hurst reemplazó en ese partido al lesionado Jimmy Greaves, peinó un centro y bañó al arquero Antonio Roma para el 1-0 definitivo. Así Ramsey pudo respirar tranquilo, pues acababa de superar el obstáculo más difícil en su camino al título universal.
Hubo un excelente partido en semifinales contra Portugal, aunque el equipo local demostró un verdadero poderío y pasó a la final 2-1 con dos goles de su máxima figura, Robert Bobby Charlton, volante del Manchester United. Y ante los alemanes, en la final, exhibieron la jerarquía de los grandes campeones de los Mundiales de fútbol.
Según el seleccionador Sir Alf Ramsey, Inglaterra fue monarca porque “lo primero que debe hacer un equipo es pensar en el equipo, después en el equipo y por último en el equipo. El que se preocupa de los rivales solo los agranda y disminuye a los suyos”.
Al finalizar el torneo mundial aclaró que “no es cierto como se dijo, que basé mi estilo en una táctica para no perder. Todo lo contrario, el mío siempre fue ganar. La necesidad de ganar la posesión de la media cancha y crear espacios libres en las cercanías del área penal adversaria, replegando hombres de ataque al mediocampo”.
“Yo como jugador –dijo Ramsey– había tenido oportunidad de sufrir en carne propia los estragos que puede causar un ataque basado en el repliegue de los punteros y el centro delantero, dejando en punta de lanza a solo dos jugadores. Hungría en 1953 nos aplastó 6-3 con esa táctica. Como técnico no podía repetir ese error”.
Un plantel fiel
El director técnico de Inglaterra, Sir Alf Ramsey, era áspero y polémico, pero capaz de cumplir con todos los objetivos que se propusiera de brindar gran lealtad a los hombres que le eran fieles. Al principio de su gestión fue muy cuestionado por los periodistas y columnistas, pero a medida que fue consiguiendo resultados favorables, se hizo intocable.
Ramsey fue terminante desde el primer día de entrenamiento. “Les espera un período ininterrumpido de prácticas. Sin escapadas al exterior… Si a alguno se le ocurre escapar a tomarse una copa, será expulsado sin contemplaciones. A todo aquel que no se sienta en condiciones de soportarlo, se le invita a decirlo ahora y a retirarse a tiempo… sin rencor”, fue su estricta filosofía.
El cuadro inglés de Ramsey estrenaba el sistema 4-4-2, sin punteros, y todo giraba alrededor de un conductor sapiente y generoso en su despliegue por todo el campo. Era el cerebro de los campeones mundiales del 66. Su nombre: Robert Bobby Charlton.
“No fue un Pelé, pero entra en la categoría de los grandes jugadores de todos los tiempos. Técnicamente, ‘Bobby’ Charlton era un fenómeno. Tenía el ‘9’ en la espalda, pero aparecía en todos los sectores. Era el eje del equipo. Hacía mover a todos y era clave para poner el pase corto como el largo. Igual sorprendía con un remate de media distancia. Tenía una gran importancia en ese equipo inglés que se clasificó campeón del mundo”, valoró Antonio Ubaldo Rattin, el capitán de Argentina en el Mundial de 1966.
Además, contaba con un gran portero, el mejor de todo el torneo universal de 1966: Gordon Banks. Una línea de cuatro zagueros superprotegida, por sus tres mediocampistas, en la que sobresalían la clase y la prestancia de su capitán y conductor, Robert Bobby Moore.
En el centro del campo, el rudo y temperamental Norbert Nobby Stiles era el hombre libre delante de la línea de fondo, como un volante de contención del modo más extremo en la actualidad, destinado a la recuperación de la pelota, marcar al hombre más temible del rival y ensuciar el partido con brusquedades, cuando Inglaterra perdía el control del juego.
A sus costados accionaban Bobby Charlton, Martin Peters y el pelirrojo Alan Ball, mitad puntero, mitad volante. Arriba quedaban Roger Hunt y el famoso Jimmy Greaves, reemplazado después por Geoffrey Geoff Hurst, con menos maniobra y aceleración en espacios reducidos, pero con alto poder para el gol.
Cuatro años más tarde, en México 1970, la Selección Inglaterra no pudo retener la corona mundialista y fue eliminado, precisamente, por Alemania Occidental en los cuartos de final, en un campeonato en el cual el director técnico Sir Alf Ramsey impuso un juego mucho más cauto y defensivo.
La euforia por la victoria de 1966 también se quebró antes en la primera Copa Europea de Naciones, en la que participó el equipo británico, la de 1968. Un triunfo 2-0 ante la Unión Soviética, en el duelo por el tercer lugar, sirvió para olvidar un poco la derrota en semifinales ante Yugoslavia y para conseguir un premio de consolación que supo a poco para un seleccionado que había obtenido la máxima consagración dos años antes, en 1966.
Pero la citada generación de los hermanos Jackie y Bobby Charlton, de Bobby Moore, de Alan Ball y de Ray Wilson, entre otros, ya había pasado y la renovación de jugadores que llegó no proporcionó los mismos éxitos que a nivel de clubes, al punto de que Selección no se clasificó para los Mundiales de 1974 y 1978.
La final
Nadie ha puesto en tela de duda que la Inglaterra de los Robert Bobby y Jackie Charlton merecía el título mundial que logró, por primera y única vez en su historia, en 1966 en la mítica sede londinense, el estadio imperial de Wembley, “la catedral del fútbol”.
Pero, a la vez, nadie discute que el torneo fue el más controvertido de todas las épocas. Al misterioso robo de la copa Jules Rimet, los malos arbitrajes y el austero fútbol, se le unió el “gol fantasma” de la prórroga en la extraña final ganada 4-2 contra Alemania Occidental.
Las alternativas en el marcador le dieron una gran emoción al espectáculo. El recio volante Helmut Haller adelantó a las alemanes, quien aprovechó un rechazo defectuoso de Ray Wilson.
Geoffrey Geoff Hurst empató de cabeza y Martin Peters anotó el tanto que parecía definitivo, ante el delirio del público local.
En ese momento, había dos gritos de “guerra” en Wembley, pero con una diferencia fundamental: “¡England, England!” en el mayoritario sector inglés. “¡Uwe, Uwe!” por alusión al ídolo, algo así como el símbolo vivo del futbol alemán: Uwe Seeler.
El equipo de casa jugaba un gran partido, su mediocampo lucía mucho mejor, en tanto Bobby Charlton empezaba a ganarle el duelo y la vigilancia al joven Franz Beckenbuer. De esta forma parecía haber asegurado el campeonato mundial para sus vitrinas.
Sin embargo, cuando se tiene enfrente a Alemania Occidental, nunca se puede cantar victoria antes del pitazo final.
En el último minuto del tiempo reglamentario, se formó un entrevero en el área inglesa de Gordon Banks y el balón se paseó frente al marco. El defensor germano Wolfgang Weber se lanzó en plancha y la mandó con la punta al fondo de la red, a pesar del enorme esfuerzo del portero por sacar el débil pero bien colocado remate.
Inglaterra reclamó un fuera de lugar difícil de observar. El agónico empate 2-2 forzó a jugar un alargue de 30 minutos adicionales.
La dramática prórroga
Se suponía esa vez que un equipo que había perdido su opción en el último segundo de juego, iba a sufrir ese impacto emocional. Pero, contrariamente a lo que se pensaba, los ingleses no se desmoralizaron, dominaron a sus anchas la prórroga e hizo méritos más que suficientes para ganar la contienda.
En esa media hora final, los locales les pasaron por encima a sus adversarios, con dos anotaciones de Geoff Hurst, ambas muy polémicas, que sentenciaron la fiesta hasta ponerse con claro resultado: Inglaterra 4-Alemania Occidental 2.
El tercer gol concedido por el árbitro suizo Gottfried Dienst, a instancias del guardalínea soviético Tofik Bakhramov, dejó serias dudas sobre su concreción; pero años más tarde la televisión europea confirmó que nunca fue gol. Y el cuarto y último tanto se produjo cuando varios aficionados habían invadido el terreno de juego, lo que es antirreglamentario.
Polémicos o no, los tres goles que Geoff Hurst marcó le permitieron entrar en la historia como el único jugador de la historia de la copa que marcó tres veces en una final mundialista. Lo secundan ocho jugadores que señalaron dos dianas en finales, siendo el último el brasileño Ronaldo en el 2002.
Los ingleses, al fin, demostraban que no solo eran los inventores del fútbol moderno, sino que tenían la jerarquía de los grandes campeones. Sin embargo, muchos sospecharon por la manera en que ganó el cetro, pues detrás de los gritos de euforia, siguieron la polémica y las suspicacias por el tercer tanto, que les dejó la copa.
Para desgracia de los británicos, la controvertida cita de 1966 pasó a la historia como “el Mundial de las trampas”.
El partido del recuerdo
Inglaterra 4
Alemania Occidental 2
Fecha: 30 de julio de 1966.
Motivo: Final del Mundial de Fútbol de 1966.
Estadio: Wembley, de Londres, Inglaterra.
Alineaciones:
Selección de Inglaterra: Gordon Banks; George Cohen, Robert Bobby Moore (capitán), Jackie Charlton y Ray Wilson; Norbert Nobby Stiles y Robert Bobby Charlton, Alan Ball y Martin Peters; Geoffrey Charles Geoff Hurst y Roger Hunt. Director técnico: Sir Alf Ramsey (inglés).
Selección de Alemania Occidental: Hans Tilkowski; Horst-Dieter Höttges, Willy Schulz, Wolfgang Weber y Karl-Heinz Schnellinger; Franz Beckenbauer y Wolfgang Overath; Sigfried Held, Helmut Haller, Uwe Seeler (capitán) y Lothar Emmerich. Director técnico: Helmut Schön (alemán).
Árbitros: Gottfried Dienst (Suiza), asistido por Karel Galba (Checoslovaquia) y Tofik Bakhrammov (Unión Soviética).
Goles: Helmut Haller, a los 12′; y Wolfgang Weber, a los 89′, para Alemania Occidental. Geoffrey Charles Geoff Hurst, a los 18′, 101′ y 120′; Martin Peters, a los 78′, para Inglaterra.
Detalle: El tiempo reglamentario de 90 minutos concluyó 2-2, por lo que debieron jugarse dos tiempos extras de 15 minutos cada uno.
Asistencia: 97.000 espectadores.
Nómina de Inglaterra, campeón 1966
- Porteros (3): Gordon Banks, de Leicester City; Ron Springett, de Sheffield Wednesday; y Peter Bonetti, de Chelsea.
- Defensores (6): George Cohen, de Fulham; Ray Wilson, de Everton, Jackie Charlton, de Leeds United; Robert Bobby Moore, de West Ham United; Jimmy Armfeld, de Blackpool: y Gerry Byrne, de Liverpool.
- Mediocampistas (7): Nobby Stiles, de Manchester United; Alan Ball, de Blackpool; Robert Bobby Charlton, de Manchester United; Ron Flowers, de Wolverhampton Wanderes; Norman Hunter, de Leeds United; Terry Paine, de Southampton; e Ian Callaghan, de Liverpool.
- Delanteros (6): Jimmy Greaves, de Tottenham Hotspur; Geoffrey Geoff Hurst, de West Ham United; John Connelly, de Manchester United; Martin Peters, de West Ham United; Roger Hunt, de Liverpool; y George Eastham, de Arsenal.
- Director técnico: Alf Ramsey (inglés).
Galería del Mundial 1966: Una final cargada de polémica
El tercero de Inglaterra nunca fue gol
La tercera anotación de Inglaterra contra Alemania Occidental, en el partido decisivo del Mundial de futbol de 1966 se ha discutido toda la vida: ¿Entró? ¿O no entró?
Un dilema que se resolvió hace 22 años, en 1988, cuando la televisión europea demostró con certeza que la pelota no penetró con la totalidad de su circunferencia.
Los alemanes todavía sostienen que ese remate del británico Geoffrey Charles Geoff Hurst, lanzado de media vuelta, el 30 de junio de 1966 en el estadio Wembley, de Londres, tras dominar un pase al centro de Alan Ball, nunca cruzó la línea de sentencia.
El guardalínea soviético, Tofik Bakhramov, se quedó estático. Claramente, no vio ingresar la pelota al arco y, por tanto, no corrió hacia el centro. Tampoco lo vio el árbitro suizo Gottfried Dienst, ubicado muy lejos, Pero al persistir los ingleses en sus reclamos, más de uno poniéndoles las manos encima, Dienst opta por “consultar” a su más inmediato colaborador.
Habla a solas con él (¿qué le dijo?, nunca se sabrá) y volviéndose, señala hacia el centro del campo, mientras el línea agita su bandera con vehemencia, pese a que la ubicación del línea no era la ideal en el momento del rebote en el travesaño. Para Tofik, la bola describió una parábola al caer y en algún momento traspasó la línea de gol.
Cuatro años después, en México 1970, Bakhramov reveló lo acontecido al periodista argentino Luis Garro: “No vi entrar la pelota, pero Dienst descargó sobre mi espalda toda la responsabilidad. ¿Qué podía hacer?”, según el libro Los Mundiales de futbol (1978).
Con la polémica conquista, Inglaterra empezó a ganar el título pues vencía por 3-2, en el minuto 101 del tiempo suplementario. Un gol particularmente controvertido, que dio lugar a interminables discusiones durante años, que aún perduran. El ansiado cetro mundial, por fin, llegaba al país donde había nacido el futbol.
Sin embargo, ¿fue gol o no? No existía ningún documento fílmico o fotográfico, ni los vídeos de la televisión, que confirmaran si la conquista era válida o no. Cuatrocientos millones de televidentes de todo el planeta habían podido observar lo sucedido en Wembley.
Pero fue, en 1996 –tres décadas después de la polémica final del 66–, cuando un computador de la Universidad inglesa de Oxford concluyó que el remate espectacular de Hurst, para el tercera anotación de su equipo, jamás ingresó.
Esa investigación demostró que después de rebotar en el travesaño, la bola cayó y picó a dos y medio centímetros de la línea de sentencia. Así que, en resumen, nunca fue gol.
Pero no fue el único gol que dejó dudas. El último tanto del choque, el definitivo 4-2 para los ingleses, también fue de Hurst. tras un soberbio remate de zurda. Pero se produjo en el minuto 120, cuando varios aficionados invadieron el campo, algo que es completamente antirreglamentario desde todo punto de vista.
Geoff Hurst, una leyenda inglesa del gol
Mediante gran decisión y trabajo incansable, las hazañas del exdelantero Sir Geoffrey Charles Geoff Hurst se hicieron leyenda en la Selección de Inglaterra, incluso lo convirtieron en uno de los más temidos y alabados de la historia del balompié mundial.
Pero, los tres tantos históricos a Alemania Occidental hace 54 años durante la final del Mundial de 1966 (4-2) en el estadio Wembley –único jugador en el planeta con dicho registro–, ilustraron sus virtudes: el primero salió de la cabeza, el segundo del pie derecho y el tercero del izquierdo.
“¡Fue fantástico anotar tres goles en una final! Me sentí feliz y realizado. Un gran alivio. Pero tampoco es para revivirlo cada día. En mi casa, por ejemplo, no acostumbro a mostrar el vídeo de los goles a mi esposa Judith, a mis tres hijas o a mis dos nietos”, declaro Hurst al diario costarricense La Nación, en mayo del 2000, en una entrevista concedida en Newcastle, Inglaterra.
“Las selecciones del 66 eran maravillosas, pero el espíritu de nuestro equipo fue fantástico, en las dos horas del partido. El ruido del público en Wembley, siempre lo llevaré conmigo. Hizo que me erizara todo. Aún pienso en eso. Como si todo el país hubiera estado ahí”, añadió el exdelantero.
Pero, el legendario segundo tanto a los teutones, que supuso el 3-2 en el minuto 101 del tiempo extra de la final del 66, todavía se comenta. Es uno de los más famosos de la larga trayectoria del futbol universal.
Se le llamó “el gol de Wembley”, “el gol fantasma”. Hurst lanzó un cañonazo que pegó en la parte inferior del horizontal, rebotó y luego fue despejado. ¿Cruzó o no la línea de meta? ¿Fue gol?
“He vivido 44 años con esa polémica. Incluso, el pedazo de terreno donde picó, fue vendido en 200.000 libras esterlinas al expresidente del Chelsea (Ken Bates), cuando se derribó Wembley. Solo sé que fue avalado y ganamos el partido 4-2”, confesó hace una década este personaje del fútbol inglés.
En su libro 1996 y todo aquello, publicado en el 2001, Hurst reveló que su controvertido tanto a Alemania en realidad no había sido gol.
“Nunca lo vi tocar tierra. Estaba cayéndome tras golpear el balón que rebotó en el travesaño. Lo que me sorprende cuando veo el vídeo es la reacción de Roger Hunt. Se giró para celebrar el gol, ni siquiera pensó que fuera necesario asegurarse. Con eso me basta”, describió en otra entrevista que dio a la publicación mensual FIFA Magazine, en enero del 2004.
En 1995, Geoff lo recreó para la televisión alemana. Seis veces el tiro se estrelló contra el horizontal y en las seis la bola rebotó, hasta quedar en un lugar dentro o cerca de la línea de meta.
“Ese récord no lo volví a repetir porque solo hay una oportunidad en la vida. La final de Mundial es cada cuatro años, mientras que las opciones de récords en otros deportes son más frecuentes”, razonó Hurst.
Un caballero
Nacido hace 78 años, el 8 de diciembre de 1941 en Ashton-under-Lyne, Manchester, Inglaterra, la Reina Isabel II lo armó caballero en 1998 en el Palacio de Buckingham, en Londres, y, desde entonces, lleva el título de Sir. Se le concedió ese honor por “sus servicios al futbol”.
Es decir, no solo por sus méritos por el seleccionado inglés, con sus 24 goles en 49 partidos, incluido el triplete en la final mundialista de Inglaterra 1966, sino también por sus 232 tantos en 529 juegos en la liga inglesa y sus 12 años de dedicación al West Ham United y ciertos períodos en el Stoke City, el West Bromwich Albion, el Cape Tow City (Sudáfrica), el Cork Celtic (República de Irlanda) y el Seattle Sounders (Estados Unidos).
La camiseta que vistió Hurst en la final del 66 fue vendida en el 2000, en una subasta. Un coleccionista privado de Londres, que vio esa final con 12 años, la adquirió en $133.300 de la época, en tanto que el exgoleador donó parte de ese dinero obtenido por la prenda a instituciones de beneficencia y otra parte a sus tres hijas (su hija mayor, Claire, falleció en el 2010 después de una batalla de 10 años contra un tumor cerebral).
Oficialmente, abandonó el fútbol hace 36 años, en la temporada de 1984, tras haber probado suerte en la dirección técnica y decidir que no merecía la pena tanto estrés. Entre 1976 y 1984 dirigió al Telford United, Chelsea y Al Kuwait, y fue asistente cinco años en la selección inglesa.
Nunca ha sentido la tentación de volver a la actividad. “Tras dedicarme a los seguros de autos, me di cuenta de que podía vivir perfectamente alejado del fútbol. Así que nunca estuve tentado a cambiar de idea, incluso cuando veo lo que cobran hoy los jugadores, la escasez de astros maravillosos y el aumento de extranjeros, que limitan al talento joven y son peligrosos para el futuro”, lamentó recientemente.
De momento, “el héroe de Wembley” vive medio retirado de los negocios comerciales y disfruta actualmente del fútbol, sin presión de ningún tipo, al colaborar con diversas comisiones promocionales. Vive en vive en Cheltenham, Gloucestershire, con su esposa Judith, con quien ha estado casado durante casi 56 años desde octubre de 1964. En resumen, Sir Geoffrey Charles Geoff Hurst sigue siendo unos de los grandes del fútbol europeo de todos los tiempos, como leyenda inglesa del gol.
Síntesis del Mundial Inglaterra 1966
- Campeón mundial: Inglaterra.
- Subcampeón: Alemania Occidental.
- Países miembros de la FIFA: 126 (incluida Costa Rica, que se afilió en 1927).
- Países en la eliminatoria: 71.
- Sedes: Londres, Sheffield, Middlesbrough, Liverpool, Birmingham, Manchester y Sunderland, en Inglaterra.
- Participantes: 16.
- Partidos jugados: 32.
- Goles anotados: 89 (promedio: 2,78 por partido).
- Mejor ataque: Portugal, con 17 goles.
- Total de espectadores: 1.635.000 (promedio: 51.094 por partido).
- Goleador: Eusebio da Silva Ferreira (Portugal), con 9 tantos.
- Equipo ideal del Mundial 1966 (formación 1-4-2-4): Gordon Banks (Inglaterra), portero; George Cohen (Inglaterra), Albert Chesternev (Unión Soviética), Robert Bobby Moore (Inglaterra) y Silvio Marzolini (Argentina), defensores; Robert Bobby Charlton (Inglaterra) y Franz Beckenbauer (Alemania Occidental), mediocampistas; Igor Chislenko (Unión Soviética), Ferenc Bene (Hungría), Uwe Seeler (Alemania Occidental) y Eusebio (Portugal), delanteros.
El estadio principal del Mundial 1966
El viejo estadio Wembley fue el más famoso de Gran Bretaña y uno de los más conocidos de todo el mundo del futbol. Se encontraba ubicado en el barrio del mismo nombre, en Londres, Inglaterra.
Fue inaugurado para 100.000 personas en 1923, con ocasión de la exposición imperial británica y la final de la F. A. Cup (West Ham United y Bolton Wanderers). Su nombre era Estadio Imperial.
Era “la Catedral del futbol”, según Pelé, y por ella desfilaron grandes figuras del balompié. Sobre su césped se disputaron nueve partidos del Mundial de 1966, cinco finales de la Copa Europea, la Eurocopa de 1996, finales de la Copa Inglesa y juegos de la Selección local.
Sin embargo, el legendario escenario fue demolido en el 2002, con la finalidad de crear allí un nuevo, moderno y multiuso Wembley, que se abrió el 24 de marzo del 2007 para 90.000 espectadores, los partidos de la Selección de Inglaterra y las Olimpiadas del 2012.
FUENTES CONSULTADAS: Libro “El Rey”, tomo 3 de la serie coleccionable “Los Mundiales de Fútbol” (2010), del diario “La Nación”; Wikipedia y archivo de “Buzón de Rodrigo. YouTube: British Pathé y Univisión Deportes Network (TUDN USA). Fotografías: Archivo de Rodrigo Calvo.