Todo empezó a pintar mal cuando el técnico hondureño, José de la Paz Herrera el Chelato Uclés, comparó a Elías Aguilar con James Rodríguez.

El herediano, hasta hace poco tiempo, era un jugador de bajo perfil que muchos sabían de sus condiciones, un diez natural que tanta falta hace en el fútbol moderno, un creativo, que había sobrevivido a un calvario de lesiones y largas jornadas en la banca.

Ahora bien, no le quito a Aguilar su capacidad, su talento y su enorme potencial para jugar fútbol. Pero vamos a ser sinceros, el muchacho está agrandado, por la misma prensa como suele ocurrir.

Sin duda, Aguilar es una pieza vital para su equipo, pero Aguilar no se daría las libertades tácticas y técnicas que se da si atrás suyo no estuvieran Óscar Esteban Granados y Randall Azofeifa, sus escuderos cuando se abalanza al ataque.

Hace un año, Paulo César Wanchope cuando dirigía a la Sele, dijo que Aguilar era un jugador bueno pero cuyo techo estaba a nivel nacional, en aquel momento muchos le caímos encima. Me pareció en su momento un comentario inoportuno para un jugador que pintaba bien.

Las cosas cambiaron en cuestión de un año, y de alguna forma las críticas de Wanchope a Aguilar empezaron a darle la razón. Vimos que sigue siendo un jugador parroquiano, que su mentalidad es muy limitada y que le falta madurar y eso que Aguilar está entrando a una edad donde tiene que dar el salto sí o sí.

Lo mostró, en un arrebato de arrogancia e inmadurez, cuando intentó tirar un penal a lo “Panenka” y lo que hizo fue un globito ridículo que le costó que el Herediano perdiera la final del Torneo de Copa con el Cartaginés.

Desde hace rato, Aguilar pasa reprochando a los árbitros, finge faltas y su cabeza está merodeando en otro lado que no es en la cancha.

He reconocido que es un jugador sumamente talentoso, un jugador que le hace falta al fútbol nacional y la prensa ha cometido el error de llenarle la cabeza de historias ficticias, que en España lo quieren, que es el sustituto natural de Bryan Ruíz y otra serie de piropos que Elías no ha sabido manejar y es acá, en este punto preciso donde el jugador de imagina y cree una especie de Iniesta a lo tico, donde debe haber un cable que lo sujete del tobillo y lo aterrice.

En el fútbol, hemos visto casos de casos de jugadores que pasaron de ser un potencial figura a ser vendedores de humo, por recordar un par de casos a nivel internacional y nacional empezando con Robinho que cuando salió de Santos de Brasil muchos decían que era el heredero natural de Pelé, pero la realidad hoy por hoy dice otra cosa; y a nivel nacional con jugadores como Warren Granados, cuyo destino no cumplió con las expectativas de ser el heredero de Wilmer López en la Liga.

Temo que a Elías le pase lo mismo, que se crea más de lo que realidad es, porque el perfil actual de futbolista élite no reúne las características para jugar en ligas exigentes.

Un jugador como él pudo haber tenido oportunidad de brillar hace diez años, en tiempos de Juan Román Riquelme, “el último diez de la historia del fútbol”, como me gusta definirlo. Momentos en que Riquelme hacía las delicias en Boca, porque su paso en Europa fue bastante discreto; no obstante, con brillar en el fútbol argentino le valía para competir a alto nivel.

Desde luego, no voy a comparar a Aguilar con Riquelme, ni la liga argentina con la criolla, pero una de las claves que afectó a Juan Román de brillar en el Viejo Continente fue que era un jugador que rápido se desgastaba, que no participaba en el juego de defensa del equipo, un jugador estático que solo se activaba si tenía la pelota en los pies y vamos, qué maravillas se sacaba de los tacos.

Eso, le pasa actualmente, a Aguilar, un jugador que se confía en sus contenciones, que solo le gusta participar en la creación de juego y no apoyar en defensa, y que es otro jugador que está más interesado en cómo vestir fuera de cancha o el corte de cabello.

Es hora que Aguilar reciba una baño de humildad, que trabaje en sus falencias y potencie sus virtudes.

Si bien es cierto en el fútbol nacional ha mostrado que le queda pequeño, no ha sido así cuando juega en la Sele, que a veces tiene chispazos, pero no lo suficiente.

Lo vimos en el partido de la Sele con Sudáfrica, en el que no rindió lo esperado. Quizá Wanchope tenga razón, quizá Elías sea un jugador para consumo doméstico, que tal vez no sea tan talentoso, y tal vez ya haya tocado techo.

De seguir así, Aguilar puede correr la suerte del mediocre con talento. Sería una lástima, una verdadera lástima.

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