La Selección Infantil de Costa Rica hace 35 años, el 31 de julio de 1985, cuando debutó contra Arabia Saudita en un Mundial de la FIFA, el Sub-16 de China 1985, en el estadio del Pueblo de Dalián, China. Ese día cayó 1-4. De izquierda a derecha: Sergio Bogantes, Fernando Rossés, Raymond Monney, Gilberto Villalobos, Dilson Solís, Sergio Alvarado, Hernán Medford, Álvaro Hernández, Erick Rodríguez, Marcos Padilla, José Ramírez, Rafael Villalobos, Edwin Barquero, Javier Vicente Wanchope, Róger León y Jaime Quesada. Ausentes, Carlos Ramírez y Dónald Ávila (foto cortesía de Jorge Arturo Umaña).

Por: Jorge Arturo Umaña Arias.
Presidente de la Fedefútbol en 1985; jefe de la delegación tica en el Mundial de la FIFA Sub-16 de China 1985; y delegado del Consejo Nacional de Educación Fisica y Deportes en China 1985.

No hay ninguna duda que clasificar a un Campeonato Mundial de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) significaba para Costa Rica un deseo constante en toda su historia. No se nos había dado anteriormente con la Selección Mayor, ni tampoco con la Juvenil. Pero hace 35 años se nos presentó con el Seleccionado Infantil para la cita Sub-16 de China 1985.

No teníamos ninguna experiencia de cómo era participar en una Copa de la FIFA a nivel mundial con una Selección de Fútbol y aparte de eso teníamos que, literalmente, darle la vuelta al mundo, al ir al otro lado de nuestro planeta, prácticamente en un viaje agotador de ida y vuelta, de 13.971 kilómetros de distancia entre San José y la sede china de Dalián, por el lado del Atlántico.

Mi comunicación, como Presidente de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol), era constante con un departamento específico del Comité Organizador del Mundial de la FIFA, o con el Secretario General, el suizo Joseph Blatter, posterior jerarca de la FIFA (1998-2015). Este aviso tenía que ser en horas de la madrugada en Costa Rica, para poder dialogar hasta la sede oficial de la FIFA en Zúrich, Suiza.

Originalmente, la FIFA nos dio los 22 espacios disponibles para el desplazamiento y la estancia en el Mundial en Asia. Y si queríamos ir con más delegados, nosotros teníamos que pagar la diferencia. Por lo tanto, por nuestra cuenta, la Fedefútbol tuvo que desembolsar aproximadamente un millón de colones para completar el grupo con tres cupos más, merced a la ayuda del Comité Organizador de Dalián, la compañía Air France y la empresa privada (Pepsi Cola y Canal 2).

Hace 35 años, Costa Rica participó por primera vez en una ceremonia oficial de inauguración de un Mundial de Fútbol de la FIFA, el 31 de julio de 1985, con motivo de la cita mundialista Sub-16 en el estadio del Pueblo, en Pekín, China (foto archivo de Rodrigo Calvo).

Nosotros sabíamos que 22 espacios no era suficiente porque requeríamos llevar a 18 jugadores (Rafael Villalobos, Carlos Ramírez, Dilson Solís, Gilberto Villalobos, Marcos Padilla, Edwin Júnior Barquero, Erick Rodríguez, Sergio Alvarado, Sergio Bogantes, Javier Vicente Wanchope, Jaime Quesada, Raymond Mooney, Dónald Ávila, Roger León, Hernán Medford, Fernando Rossés, Álvaro Hernández y José Ramírez), un entrenador (Manuel Antonio Ibo Arias), un asistente técnico y preparador físico (Armando Rodríguez), un médico (Leonel Vargas), un masajista (Manuel Esquivel) y un utilero (Jorge Vargas), además de dos delegados (Charles Issa y este servidor) y un árbitro (Carlos Luis Alfaro) –viajaba por cuenta propia de la FIFA–, para un total de 26 personas.

Por ese motivo, me correspondió hablar mucho con la dirigencia de la FIFA y con la aerolínea Air France, que era la compañía aérea oficial que había designado el organismo rector del fútbol para el traslado de las 16 delegaciones participantes hacia y dentro del territorio de China. Al final logramos que la FIFA le ayudara a Costa Rica.

Recuerdo los presidentes de los clubes del fútbol costarricense de la Primera División criticaron mucho que asistieran dos delegados y querían que sólo fuera uno a China, en este caso, solo el jerarca federativo. Pero, la verdad, era muy duro solo para un representante ir al frente de una delegación tan grande. Además, por lo largo del viaje, me acompañó al final mi compañero en la Federación, Charles Issa El Khoury –libanés, radicado en Costa Rica, y delegado de la Segunda División–, quien también al igual que este servidor tenía conocimiento del idioma inglés.

Se intentó llevar a los dos muchachos que estuvieron trabajando en la última fase de entrenamientos antes del Mundial, para darle competencia al resto de 18 jugadores que se clasificaron en la eliminatoria en México. Hablo de Leonel Ávila (portero) y Alexánder Villalobos (defensa). Sin embargo, no fue posible financiar sus tiquetes aéreos con patrocinadores.

Recuerdos de un agotador viaje hasta China

Los seleccionados infantiles de China 1985, Javier Vicente Wanchope, Edwin Barquero y Jaime Quesada, aparecieron en la portada del fascículo Nº 10 de ‘Tiempos de Selección’, del diario ‘La Nación’ en 1997 (archivo de Rodrigo Calvo).

Adicionalmente, la FIFA decidió que todas la delegaciones que jugarían el Mundial Infantil de China 1985 tenían que llegar a París, Francia, y de la capital francesa nos enviarían a cada seleccionado al lugar donde competiríamos; en nuestro caso, a la sede de Dalián, un moderno puerto, uno de los más industriales y acogedores del gigante asiático, frente al golfo de Bohai, península de Liaodong y en el Océano Pacífico, en la costa noreste de China.

Toda la delegación de Costa Rica salió del país el 23 de julio, en un vuelo de la compañía Mexicana de Aviación, ocho días antes del debut mundialista contra Arabia Saudita, que fue el 31 de julio de 1985 en Dalián. Pero primero tuvo escala en México a sacar las visas, para poder ingresar a China, debido a que Costa Rica no tenía un consulado en territorio chino. Tardamos mucho en toda esta papelería, se entrenó en Chapultepec y una vez que obtuvimos las visas, tomamos el día 24 el avión jumbo de Air France, junto con la Selección de México, con destino a Houston, Texas, para recoger al equipo de Estados Unidos.

Aquel viaje trasatlántico de nueve horas de duración fue entre Houston hasta París, donde se encontraban las selecciones participantes en el Mundial Infantil en Sub-16. La FIFA ya tenía arreglado todo el transporte terrestre, el hotel y la alimentaciòn de todas las delegaciones. En suelo francés se entrenó, con paseos por la Torre Eiffel, la iglesia de Notre Dame y el Arco del Triunfo, y estuvimos hasta que nos enviaron al lugar donde jugaríamos el Mundial de China 1985.

En principo se nos dijo que viajaríamos de París a Shanghái, en China, pero luego cambiaron los planes y nos confirmaron que viajaríamos a Dalián, junto con las otras selecciones del grupo C, Arabia Saudita, Italia y Nigeria.

Para llegar Pekín, la capital china, tuvimos que ir el 26 de julio –cinco días antes del debut mundialista– con varias escalas en otro jumbo de Air France en un vuelo aproximado de diez horas, desde la capital gala hasta Nueva Delhi, India, descansar allí, y luego proseguir hacia China. Una vez en Pekín volvimos a reposar y luego seguimos a Dalián, la sede anfritriona donde jugamos los tres partidos de la cita mundialista. Todo lo anterior se realizó por orden de la FIFA y la compañía Air France, ésta última como la aerolínea patrocinadora de la copa.

Al principio, toda la delegación tica debió afrontar varios problemas, siendo de los más serios el adaptarse a las comidas y a los horarios, esto último para no ser afectados por el sueño de cada miembro del seleccionado. Mientras que en Costa Rica es de noche, allá, en China, es de día, porque hay una diferencia de 14 horas entre un país y otro. Por ello, hubo un control estricto médico y dietético. No se pudo salir de Costa Rica a China con 12 días de anticipación, que era lo más aconsejable que nos indicaban los médicos consultados.

Los seleccionados ticos, Javier Vicente Wanchope (izquierda), Fernando Rossés, Dónald Ávila, Hernán Medford, Róger León, Raymond Monney y José Ramírez, durante la recepción de bienvenida que le dio la organización del Mundial Infantil en Dalián, China (foto cortesía de Jorge Arturo Umaña).

Gracias a Dios, el equipo de Costa Rica tuvo muchas facilidades tanto de la FIFA como de Air France, porque de lo contrario hubiésemos tenido que viajar con 22 personas y me hubiese tocado a mí hacer de utilero, al doctor Leonel Cruz de masajista, y a Manuel Antonio Ibo Arias como técnico y asistente. El delegado de Arabia Saudita, por ejemplo, se entendía conmigo en inglés y siempre me ofreció ayuda para la delegación de Costa Rica. Aquí les voy a contar cómo lo hicieron y cómo eran notables las diferencias con ellos.

Mientras nosotros debíamos buscar el suero casi a diario para los jugadores, los árabes alquilaban dos habitaciones donde instalaron “todo un hospital” con un excelente cuerpo médico, montado en un piso del hotel Dalián Bang Chui Island. Allí se podía llevar a cabo hasta una operación quirúrgica. Arabia Saudita siempre nos puso a disposición todo ese aparato médico, acción que como delegado agradecimos como ellos lo merecían.

A manera de comparación, Arabia Saudita nos superaba en todo, en materia económica, en preparación de sus equipos nacionales, en visión deportiva, en la contextura física de sus jugadores, en todo… Por ejemplo, mientras depositaba en la caja fuerte del hotel de Dalián una suma aproximada a los 6.000 dólares, tarea que me correspondía como jefe de la delegación costarricense, el delegado saudita hizo lo propio pero con 196.000 dólares, un dineral para la época.

No se me olvida que mientras los futbolistas árabes tenían la promesas de los jeques de un automóvil, una casa y 30.000 dólares a cada uno en caso de alcanzar el título mundial en China 1985, nosotros recibimos en ese tiempo el dinero que nos correspondía, apenas cinco dólares diarios para cada uno, que alcanzó para que los muchachos compraran algunas cosillas en el centro comercial de Dalián, souvenirs para llevar en paquetes a sus casas, familiares y amigos. Hubo compras grandes para adquirir en las tiendas chinas relojes, juegos de té, cucharas especiales con las que los chinos toman la sopa, viseras, algún que otro casette, caramelos en abundancia, carteras, sortijas, muñecas, pañuelos, manteles bordados, kimonos, lápices de colores, tinta china de verdad, gafas de sol y alguna que otra caja de música.

Lo que no se vio en esa época por ningún lado fueron los clásicos objetos alegóricos al Mundial Infantil de China 1985, como camisetas, llaveros, ceniceros, jarras para tomar café o té, banderines y otras cosillas propias de una competencia de esta índole. Los guías y traductores chinos cercanos a la delegación y a la prensa deportiva explicaron que de haberlos sacado no habrían tenido salida en el mercado local, porque el chino por lo general no adquiere este tipo de recuerdos.

De la mascota del certamen, el oso panda Hua-Hua no apareció por ninguna parte, salvo que los de plástico para inflar con la boca. Los de peluche que se conocen, brillaron por su ausencia hace 35 años, no hubo ni uno solo.

Encuentro competitivo con la realidad

Hernán Medford (izquierda) y Dilson Solís, arriba, así como Jaime Quesada, abajo, fueron objeto de un reportaje de la revista deportiva “Triunfo”, con motivo del primer Mundial de la FIFA para Costa Rica, en China 1985 (foto archivo de Rodrigo Calvo).

A nivel competitivo, Costa Rica no jugó del todo mal sus tres partidos del Campeonato Mundial en el moderno Estadio de los Trabajadores o del Pueblo, de Dalián, que tiene diez torres de luz, una pista de atletismo, de tartán, alrededor de la cancha, con capacidad para 40.000 espectadores, y a 35 kilómetros de distancia del hotel de concentración. Se mostró sólido en su moral. Actuó bien a ratos, muy bien en otros momentos y cansado en los últimos instantes del torneo. En líneas generales quedé conforme y satisfecho con la labor realizada. No se podía hacer más en tan poco tiempo. El entrenador Manuel Antonio Ibo Arias, su cuerpo técnico y los jugadores hicieron todo cuanto estuvo a su alcance para conseguir buenos resultados en China 85.

Sin embargo, la verdad, las otras selecciones rivales eran superiores a la Tricolor, bien dotados económicamente, mejor preparados y organizados que nosotros, y contaron con más fogueos internacionales, mientras que nosotros todo lo contrario, sin juegos de preparación de peso y calidad. Perdiendo se aprende y la ilusión era que estas duras lecciones en nuestro primer Mundial de la FIFA se tomaran en cuenta para el futuro, para asistir posteriormente a cinco Mundiales mayores, 10 Mundiales Infantiles Sub-17 y nueve Mundiales Juveniles Sub-20.

Quedó clarísimo hace 35 años que el roce internacional, la planificación y la preparación son indispensables para jugar con garantías y en las mismas condiciones a nuestros rivales del grupo C, Arabia Saudita, Italia y Nigeria, en un torneo de la envergadura de un Mundial de la FIFA, como el primero de la historia que tuvimos en Asia.

En el país, los representantes de los clubes nacionales no nos permitía salir a foguearnos fuera de Costa Rica, porque argumentaban que salía demasiado caro y cualquier tema que acordáramos tenía que ser aprobada por los presidentes de la Primera División, y eso no era fácil. No es como sucede en la actualidad, cuando todas las Selecciones Nacionales gozan de mejores condiciones en su preparación, cuando salen a foguearse al exterior. Y en cuanto a los delegados no viajan hoy ni dos ni cuatro con un equipo patrio, sino hasta cinco representantes e inclusive a veces hasta las asambleístas.

Contra Arabia Saudita, el 31 de julio de 1985, las circunstancias derrotaron al equipo por 4-1 y llamo circunstancias a las edades, aspectos físicos y de preparación, ante la falta de corpulencia de nuestros jugadores, en comparación con los futbolistas árabes. Bien en el primer tiempo, hasta nos adelantamos en el marcador con el golazo de Hernán Medford, pero todo cambió en la complementaria y los sauditas, con más juego de conjunto, demostraron por qué fueron después los ganadores del grupo.

Costa Rica debutó en el Mundial China 85 ante Arabia Saudita el 31 de julio en Dalián. Edwin Barquero despeja junto a Érick Rodríguez, Hernán Medford y Marcos Padilla (foto archivo de Rodrigo Calvo).

En el segundo partido ante Italia, el 2 de agosto de ese año, todo el mundo lo vio en ese momento: Costa Rica mereció un mejor resultado, al menos el empate. Hicieron todo por conseguir los goles, llegaron con mucha facilidad en el segundo tiempo y hasta pegaron tiros en el poste, al poner mucha nobleza, garra, corazón, deseos y buen fútbol. Pero se les negó el gol y se perdió 2-0, por la velocidad y constitución atlética fuerte del rival exhibida principalmente en la primera parte, para quedar eliminada en la segunda de tres fechas programadas. ¿Qué se podía hacer ante oponentes más poderosos?

Para el tercer y último juego, el 4 de agosto del 85, Nigeria se deshizo fácil de Costa Rica por 3-0 a Costa Rica, que jugó un mal partido, sin cohesión de juego, y lució agotada durante la segunda parte por el mal estado físico de los jugadores. Las conocidas Águilas Verdes fueron, al final del torneo Sub-16, el mejor conjunto, el equipo sorpresa de la competencia para menores de 16 años y el merecido campeón mundial de la FIFA en categoría infantil. El primer seleccionado africano de la historia en ganar un Mundial de la FIFA. Sin discusión, un buen equipo, con las mismas características de Arabia Saudita. Sus jugadores eran muy veloces, fuertes, y tenían mejor constitución física que los nuestros.

Fue una locura jugar tres partidos en menos de una semana. Nuestros jugadores no estaban preparados para ese ritmo de juegos, todo lo contrario a los árabes y a los nigerianos, que llegaron al torneo después de una serie de encuentros amistosos en París, Bélgica y Estados Unidos.

Los 18 jugadores, el cuerpo técnico y los dos delegados sabemos que se hizo lo posible por obtener mejores resultados, pero apenas vivíamos nuestra primera experiencia mundialista en un torneo de la FIFA y la suerte, como en el juego frente a los italianos, la suerte no nos acompañó.

A mi gusto, como aficionado a este deporte y no tanto como expresidente de la Fedefútbol, el mejor elemento del equipo fue el defensor derecho Gilberto Villalobos. Ha sido el jugador más regular del seleccionado tico, al defender bien su parcela, barrerse con elegancia y fortaleza, y ayudó al ataque con sus oportunos centros. También destacaron el portero Rafael Villalobos, los centrales Marcos Padilla y Edwin Barquero, el volante central Javier Vicente Wanchope, el juego técnico de Jaime Quesada y Fernando Rossés, la clase de Hernán Medford y la gran voluntad y el fuerte remate de Álvaro Hernández.

Arabia Saudita impuso su fuerza física hace 35 años en la apertura de Costa Rica en el Mundial Sub-16 de China 1985. El delantero asiático Sa’Adoun Al-Suraiti (izquierda) falla frente a la portería de Rafael Villalobos. Jaime Quesada, Marcos Padilla y Edwin Barquero observan la jugada con angustia (foto archivo de Rodrigo Calvo).

Aspectos en contra y el kilométrico regreso a Costa Rica

Hubo que ir hasta China para darnos cuenta que un Campeonato Mundial de Fútbol “no es un juego de niños”, a pesar de que las edades de los futbolistas participantes eran de menos de 16 años. Porque también fallamos en aspectos de relaciones públicas. Nos faltaron los clásicos regalos que se intercambian antes y después de los partidos con los directivos del equipo rival, como souvenirs, banderines apropiados, insignias y alguna chuchería más. En Costa Rica se iban a aprobar 75.000 colones para estos menesteres, pero al final los presidentes de los clubes redujeron la suma económica y solo aprobaron 12.000 colones. El ridículo internacional estaba garantizado por tratarse de un Campeonato Mundial. Esto fue inaudito.

Nuestros adversarios, Italia, Arabia Saudita y Nigeria, nos obsequiaron un sin fin de recuerdos, lo mismo sucedió con el Comité Organizador del certamen, la Comisión de Prensa y por parte de la Xiang, la gobernadora de Dalián. Y Costa Rica no pudo devolverles nada o, mejor dicho, casi nada, ya que lo único que dimos eran banderines para los equipos. Ni un emblema, ni un libro, ni una carreta típica, ni tan siquiera una bolsa de café. El periodista tico Álvaro Campos, de la agencia china Xinhua, me cedió algo que él llevaba con el fin de que el país no quedara tan mal… Eso de recibir y dar las gracias solamente, no era lo más conveniente en ese momento. Sonroja a cualquiera. ¡Qué se le iba a hacer!

Todo el equipo estuvo muy bien atendido en el hotel de Dalián, de cuatro estrellas, todo alfombrado, con televisión a color en buenas habitaciones que les dio la organización en el piso cuarto y la calidad en la comida. Lo único que no vimos muy bien fue el lugar donde estaba ubicado el cuartel general de la Selección, un hotel que estaba muy lejos de todo lo que nos reservaron. El centro de la ciudad estaba muy lejos, a más de 30 kilómetros, y era muy difícil ir a distraerse cada día.

De ahí que la delegación tuviera que permanecer en el hotel, en una especie de encierro obligatorio, con la consiguiente rutina y aburrimiento. La verdad era que los muchachos estaban muy jóvenes y se adaptaron a todo, pero precisamente por esa juventud eran más inquietos y habrían necesitado otro sitio más céntrico. Solo hubo un par de escapadas a la playa y una tercera y única ocasión para hacer compras en el centro de Dalián.

Solo tuvimos muy pocos gastos durante nuestra estancia en China. Como la compra de refrescos, suero, un par de camisas por jugador que adquirimos en México y un tour en París, después del entrenamiento que allí se realizó.

El regreso al país también fue duro a partir del 8 de agosto de 1985, ahora hacia el otro lado del mundo por el lado del Pacífico, para cumplir con el largo desplazamiento entre Dalián hasta San José, con una distancia casi igual a la ida, ahora de 13.959 kilómetros. Lo complicado en esta circunstancia era que no se pudo retornar en un solo vuelo con toda la delegación, porque la Fedefútbol no podía pagar por las tres personas que iban de más de los 22 cupos autorizados por la FIFA.

Costa Rica fue goleada 3-0 por Nigeria, en el Mundial de China 1985. Fernando Rossés no le llega al balón ante el nigeriano Kingsley Aikhioubore (archivo de Rodrigo Calvo).

Por lo tanto tuvimos que ajustarnos a lo que nos informara la compañía Air France. Así que, esa ocasión, volamos de Dalián a Pekín, donde descansamos en primera instancia. Luego nos enviaron de Pekín hacia Tokio, Japón; ahí estuvimos un tiempo para poder hacer otros arreglos en los siguientes acomodos de este pesado viaje que debíamos emprender como parte de esta aventura mundialista.

Finalmente, los organizadores de la FIFA y el Comité Organizador de China 1985 nos pudieron enviar hasta Los Ángeles, California, en Estados Unidos. Luego lo hicimos de Los Ángeles hasta Loreto, en la península de Baja California, ya en territorio mexicano. Posteriormente, nos desplazamos por Guadalajara y la Ciudad de México. Acá descansamos una noche y, finalmente, por fin arribamos en dos grupos a Costa Rica, todo esta odisea y largo recorrido para evitarle mayores gastos a la Fedefútbol. Fue algo muy sacrificado en esa época.

Luego de regresar a Costa Rica, me enteré de que se había viajado con documentos adulterados de Hernán Medford y Javier Vicente Wanchope, que participaron en la eliminatoria en México y el Mundial de China 85 con más edad de la permitida, porque habían nacido antes de la fecha reglamentaria, el 1º de agosto de 1968.

Yo no me enteré de nada de estas modificaciones y el funcionario de la Fedefútbol que se encargó de ese trámite fue Luis Javier Zúñiga, quien me dijo que yo no me preocupara porque no tuve nada que ver y me confesó que el técnico Manuel Antonio Ibo Arias le había dicho que necesitaba de Medford y Wanchope, para poder competir dado el poco tiempo que tuvo para la preparación y que no había suficiente espacio para hacer un reclutamiento por todo el país.

Cuando la FIFA descubrió la anomalía en 1990 después del Mundial de Italia, preguntó a la Fedefútbol cuál era la edad verdadera de Hernán Medford, que se había inscrito en esta copa. Por eso vino el castigo de dos años para nuestro fútbol de selecciones, entre 1990 y 1992, para todos los torneos internacionales con límite de edad.

Valió la pena hacer todo este esfuerzo en 1985, hace 35 años, a muchísimos kilómetros de distancia entre Costa Rica y China, porque asistir y participar de un Campeonado del Mundo compensaba todas las cosas y las múltiples dificultades que vivimos entre julio y agosto de ese año. No hay ninguna duda que vivir esta experiencia en forma intensa, primero en México, donde se clasificó al Mundial Sub-16, y luego ver nuestra bandera ondeando en una de las astas del Estadio del Pueblo en Dalián, China, fue de mucho orgullo para nosotros y para toda Costa Rica.

Arabia Saudita y Nigeria, protagonistas del Mundial Infantil de China 1985, empataron 0-0 por el grupo C el 2 de agosto en el Estadio del Pueblo, en Dalián. Aquella vez, los nigerianos fueron campeones mundiales y los árabes quintos del orbe (foto archivo de Rodrigo Calvo).

Galería: Aventura infantil de Costa Rica en el I Mundial Sub-16 ‘China 1985’

La llegada de la Selección de Costa Rica a Pekín, China, para competir en su primer Mundial de la FIFA, en la categoría Sub-16.
Jorge Arturo Umaña, entonces jerarca de la Fedefútbol, saluda en Pekín a miembros del Comité Organizador de China 1985.
Jorge Arturo Umaña, jefe de la delegación tica, agradece la recepción de bienvenida a la gobernadora de Dalián, China.
Jorge Arturo Umaña, presidente de la Fedefútbol (centro), y el federativo Charles Issa (izquierda), durante la conferencia de prensa antes de iniciar el Mundial Sub-16 de China 1985, junto a los delegados de Italia, Arabia Saudita y la FIFA.
Los seleccionados ticos durante la recepción de bienvenida que le dio la organización del Mundial Infantil en Dalián, China.
Los seleccionados ticos Edwin Barquero, Róger León, Fernando Rossés, Gilberto Villalobos, Marcos Padilla y Hernán Medford entrenan en Dalián, China, un día antes de debutar contra Arabia Saudita.
La fachada principal del Estadio del Pueblo, de Dalián, China, el 31 de julio de 1985, previo al duelo Costa Rica-Arabia Saudita.
La ceremonia oficial previa al duelo mundialista del Sub-16 de China 1985, hace 35 años, entre Costa Rica y Arabia Saudita.
Jorge Arturo Umaña (derecha), presidente de la Fedefútbol en 1985, posa con los jerarcas de Nigeria, Tony Ikazoboh; y Arabia Saudita, Faisal bin Fahd Al Saud, en el Estadio del Pueblo, de Dalián, China.
El presidente de la Fedefútbol, Jorge Arturo Umaña (derecha), posa el 31 de julio de 1985 junto a su homólogo de Italia, Federico Sordillo, en el Estadio del Pueblo, de Dalián, China.
El central tico Edwin Barquero vigila al delantero de Arabia Saudita, Abdul Aziz Al-Razgan, el 31 de julio de 1985 en Dalián, China.
Arabia Saudita presiona a Costa Rica durante el primer tiempo. Edwin Barquero (derecha) desvía de cabeza ante Sa’Adoun Al-Suraiti (Nº 9), en presencia de Jaime Quesada, Javier Wanchope (Nº 9), Marcos Padilla (Nº 3), Hernán Medford, Gilberto Villalobos (Nº 6) y Rafael Villalobos, el 31 de agosto de 1985 en Dalián, China.
La delegación costarricense, los seleccionados y los delegados Jorge Arturo Umaña (izquierda) y Charles Issa, son recibidos en Pekín por la organización de China 1985.
Los seleccionados Carlos Ramírez, José Francisco Ramírez, Marcos Padilla y el capitán Jaime Quesada, así como el asistente y preparador físico Armando Rodríguez, a su arribo a Pekín, China.
La gobernadora de Dalián, China (derecha), le brinda la bienvenida al seleccionado de Costa Rica, en la recepción en su honor.
Jorge Arturo Umaña, jerarca federativo de Costa Rica, y su homólogo de Arabia Saudita, antes del debut mundialista.
La Selección de Costa Rica hace 35 años, el 30 de julio de 1985, durante el reconocimiento del Estadio del Pueblo, en Dalián, China, un día antes de su debut contra Arabia Saudita.
La delegación tica celebró en Dalián, China, el cumpleaños Nº 59 del seleccionador Manuel Antonio “Ibo” Arias. A la derecha, su asistente y preparador físico, Armando Rodríguez.
La Selección de Costa Rica canta por primera vez el Himno Nacional en un Mundial de la FIFA, el 31 de julio de 1985 en Dalián, China.
Unos 35.000 espectadores presenciaron el duelo de Costa Rica contra Arabia Saudita, el 31 de julio de 1985, cuando los organizadores soltaron palomas en el acto inagural del Mundial Sub-16 de la FIFA.
El palco principal del Estadio del Pueblo, en Dalián, China, el 31 de julio de 1985, con los representantes de Arabia Saudita, la FIFA, Costa Rica (Jorge Arturo Umaña) y China.
Duelo áreo entre el lateral tico Érick Rodríguez (derecha) y el árabe Abdul Aziz Al-Razgan, el 31 de julio de 1985 en Dalián, China.
El zaguero costarricense Marcos Padilla intenta cubrir ante el acoso del ariete árabe Sa’Adoun Al-Suraiti, en Dalián, China.
Marcos Padilla (Nº 3), zaguero central de Costa Rica, estorba en esta acción aérea de un delantero de Arabia Saudita, en Dalián.
La delegación de Costa Rica posa en la playa principal de Dalián, China, la sede del grupo C durante el Mundial Sub-16 de China 1985. Arriba (de izquierda a derecha): José Ramírez, Érick Rodríguez, Carlos Ramírez, Sergio Alvarado, Róger León, Jorge Arturo Umaña, Marcos Padilla, Edwin Barquero, Sergio Bogantes, Manuel Antonio “Ibo” Arias, Hernán Medford, Jaime Quesada y Javier Vicente Wanchope. Abajo: Armando Rodríguez, Rafael Villalobos, Gilberto Villalobos, Dónald Ávila, Dilson Solís, Fernando Rossés y Raymond Monney.

FUENTES CONSULTADAS: Revista deportiva “Triunfo” (1985) y diario “La Nación” (1985). Fotografías: Cortesía de Jorge Arturo Umaña, expresidente de la Fedefútbol en 1985, y archivo de Rodrigo Calvo.

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Rodrigo Calvo
Tiene 43 años de ejercer el periodismo deportivo. Estudió en la Universidad de Costa Rica, graduado en 1989. Laboró en Radio Monumental, Deportes Repretel y la oficina de prensa del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA. Estuvo ligado por tres décadas al Grupo Nación, en la revista deportiva “Triunfo” y los periódicos “Al Día” y “La Nación”. Ha colaborado para medios especializados de la FIFA y en Centroamérica, Caribe, México, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Argentina, Brasil, España e Italia. Obtuvo el Premio Nacional “Pío Víquez” de Periodismo en el 2007 y dos veces el Premio “Jorge Vargas Gené-Óscar Cordero Rojas". Su especialidad son temas de historia y estadística del deporte nacional e internacional. Desde 1995 escribe la columna “Buzón de Rodrigo” y desde 1989 es corresponsal del semanario deportivo “France Football” de Francia. Integra la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Futbol en Alemania y a partir del 2007 es miembro del jurado mundial del “Balón de Oro”, de la revista “France Football". Escritor de múltiples obras deportivas, como la colección "Aventura Tricolor: Mundial de Italia 1990, "Tiempos de Selección" (1997), "La Copa Mundial de Fútbol (1998), "100 años de Deportes" (1999), "Huellas del Fútbol Tico" (2009), "Legionarios" (2012), "CSH-100: ¡El equipo que nació Grande! 1921-2021" (2021) y "Crónica del Centenario 1921-2021" (2021).