La Unión de Clubes de Fútbol de la Primera División (Unafut), decidió variar el formato del campeonato nacional. Los pobres resultados económicos en la cuadrangular llevaron a la dirigencia a replantear una fórmula que premie a los mejores, pero también garantice el espectáculo que desea el aficionado en las instancias finales.
Es así que para el Torneo de Apertura 2018 se mantendrá la primera fase con 22 jornadas en las que jugarán todos contra todos a visita recíproca y cuyo ganador obtendrá el derecho a ocupar uno de los boletos a la gran final. El otro finalista saldrá de una serie de muerte súbita entre los mejores cuatro clasificados, en la que el líder se mide al cuarto y el segundo con el tercero, cerrando en el estadio del que acumuló más puntos. En la segunda ronda el gol de visitante vale doble en caso de empate en todo, por lo que ya no existirá la dichosa ventaja deportiva que flaco favor le hacía al espectáculo.
A lo largo de 97 años de fútbol federado, se ha contado con más de 20 sistemas distintos. A una vuelta todos contra todos (en tres ocasiones), a dos vueltas todos contra todos (30), a tres vueltas (cuatro) y a cuatro vueltas (nueve), en las que el primer lugar era el flamante campeón. Se premiaba la regularidad.
El primer cambio importante en la fórmula del torneo se produjo en la temporada de 1933, cuando se disputó a una vuelta todos contra todos y una cuadrangular, también a una vuelta, para un total de diez jornadas. En aquella ocasión, el Club Sport Herediano perdió su invicto en la fase final, pero pudo mantener la ventaja que traía de la primera fase, consiguiendo el último de sus cuatro títulos consecutivos que representaron entonces toda una marca en el balompié nacional.
Un año más tarde, se formaron dos cuadrangulares de las que saldrían los protagonistas de una gran final. En el grupo A, donde todos terminaron empatados en seis puntos, fue necesario organizar una especie de muerte súbita para definir al ganador, a la postre el Club Sport Herediano. En el B, el temido Alajuela Junior pasó por encima de sus hermanos mayores de Liga Deportiva Alajuelense, Orión y Club Sport México, para conquistar el otro boleto.
Aquella fue una final que no llegó a concluir, pues la fatalidad se hizo presente cuando Rafael Ángel Herra, figura del cuadro canario, falleció trágicamente antes del último encuentro. Alajuela Junior no se presentó y la Federación otorgó el cetro a los libertos. Increíble, pero cierto.
Hubo cierta regularidad en la competencia hasta 1948, cuando se repitió la fórmula de 1933. Liga Deportiva Alajuelense terminó como líder de la primera fase, un punto arriba del Club Sport Herediano, pero una pobre actuación en la cuadrangular los dejó sin el título. Los florenses se llevaron toda la gloria.
No hubo grandes cambios sino hasta 1971, cuando las cuatro vueltas se transformaron en dos fases de dos vueltas cada una. La primera la ganó el Deportivo Saprissa y la segunda correspondió a Liga Deportiva Alajuelense. La final fue a dos encuentros. El primero lo ganaron los manudos 2-1 y el segundo los morados 4-2. Como la diferencia de goles no contaba, fue necesario llegar a los tiempos extra, que se resolvieron con un empate a uno. Ya en los lanzamientos de penal, los rojinegros triunfaron 3-1.
En esa década del 70 entraron en escena las cuadrangulares, que después se convirtieron en pentagonales y, a finales de los 80, en hexagonales. En 1991, dimos el salto a las muertes súbitas que nos depararon la primera final por el título desde 1971. Liga Deportiva Alajuelense conquistó las 44 jornadas (seis fechas más que en la liga española, a pesar de contar con siete equipos menos). Como quedó fuera en las primeras de tanteo en la segunda fase, tuvo que vérselas frente al Deportivo Saprissa, que alcanzó el otro boleto tras apenas seis encuentros.
La temporada 1992-1993, siempre buscando mejorar el espectáculo, sufrió una serie de variantes: Se disputaron 32 jornadas en la primera fase, de la que salieron un finalista y ocho equipos que se repartieron en dos grupos. Los dos primeros de cada grupo se cruzaron en una serie semifinal para hallar al segundo finalista. Así las cosas, el Club Sport Herediano debió enfrentar al Club Sport Cartaginés, cuadro al que le había sacado la friolera de 18 puntos (cuando aún valían dos por victoria) en la primera fase.
Pero ojo, todavía no hemos llegado a la fórmula más compleja, por llamarla de alguna manera. Para la temporada 2000-2001, el torneo ya se había dividido en Apertura y Clausura. En aquella ocasión, se disputó el Clausura a dos vueltas, todos contra todos, ganándolo Liga Deportiva Alajuelense, 11 puntos arriba del Club Sport Herediano. El Clausura se dividió en dos hexagonales en las que clasificaban cuatro equipos por sector, dividiéndose esta vez en dos cuadrangulares de las que saldrían los ganadores para disputar la final. Esta etapa la ganó el Alajuelense frente al Herediano (0-1 y 3-0), pero se haber triunfado los rojiamarillos, hubieran sido necesarios dos juegos más para sacar al campeón nacional. Para volverse loco.
A partir de la campaña 2004-2005, se empezó a jugar con dos hexagonales a dos vueltas y posterior muerte súbita, primero entre los cuatro mejores y luego con los seis primeros y siembra en semifinales de los ganadores de cada bloque. Esa fue la fórmula durante las primeras ediciones de los torneos cortos hasta que en el Invierno de 2011 se cambió el formato a una primera fase de 20 jornadas y muerte súbita entre los cuatro primeros. A esto se le incorporó después la “ventaja deportiva” que premiaba, en caso de igualdad en una serie, al mejor ubicado en la tabla general.
En el Invierno del 2016, las muertes súbitas se convirtieron en cuadrangular. Aunque el cambio despertó alguna expectativa, lo cierto es que no generó el interés que los dirigentes esperaban. De ahí que para el próximo certamen echaran atrás unos cuantos torneos y volvieran a esas series de 180 minutos.
Tengo mis dudas sobre los resultados que pueda darnos este “nuevo” sistema. Para mí, el frío no está precisamente en las cobijas. Existen múltiples factores que, de una u otra manera, afectan las taquillas. Los horarios –al tico le gusta el fútbol temprano, tipo 11 a. m., porque después puede irse de paseo con la familia–; la televisión transmite la mayoría de los encuentros en que participan los clubes tradicionales, por lo que el aficionado se lo piensa dos veces antes de ir al estadio.
Si se queda en casa, el menú de los encuentros es mucho más amplio; aunque “ir al fútbol es una buena costumbre”, como decía un viejo spot publicitario, dos horas en el estadio no deja de ser oneroso para una familia de tres o cuatro miembros –y si anda en su propio vehículo la cosa empeora, los parqueos andan por 5.000 colones, si tienen suerte-; y para terminar, la calidad de los encuentros no deja de ser un tema de cuidado: escaso tiempo real de juego, futbolistas profesionales que son verdaderos artistas lanzándose al suelo para fingir faltas, equivocaciones arbitrales que asustan y poca promoción de las nuevas figuras, por citar sólo unas causas.
Muchos recordamos los partidos de promesas. Futbolistas de la casa que se lucían ante su público pidiendo una oportunidad en el primer equipo. Muchachos que se ganaban el cariño de sus parciales desde las divisiones menores y que todo el mundo conocía cuando debutaban. Una lástima.
Dicen que es necesario cuidar la cancha, que la activación de promociones es fundamental para dotar al club de recursos y no sé cuántas justificaciones más. Ir al fútbol tiene que ser un momento que ilusione, que sirva para unir a la familia y a los amigos, que nos haga sentir como uno más de la casa porque conocemos bien a los canteranos del club y queremos verlos en primera, que nos hagan vibrar de emoción durante 90 minutos y nos llenen de ganas de volver.
Las fórmulas para hacer más atractivo el campeonato representan un esfuerzo importante, pero me parece que se necesita mucho más que eso para que el aficionado regrese al estadio. Si no se le implica mejorando las condiciones y el espectáculo, seguiremos viendo graderías con cuatro gatos. No es un tema exclusivo de la Unafut, sino de todos los actores que participan en esta actividad.