Gustavo Matosas fracasó en su único torneo oficial con Costa Rica, la Copa de Oro de la Concacaf. Ni siquiera ganó su grupo, fue eliminado por México en penales y ocupó el quinto lugar (foto Facebook de la Copa de Oro 2019).

Ni siquiera duró un año en el cargo. Gustavo Matosas fue nombrado en octubre del 2018 y gritó a los cuatro vientos que era su sueño dirigir a una Selección de Costa Rica, un país que le daba la enorme oportunidad por primera vez en su carrera, con la opción de llevarla a una Copa del Mundo.

El uruguayo-argentino logró vender “los espejitos” muy fácilmente a los federativos y a los miembros de la Comisión Técnica de expertos. Y lo cierto es que los convenció desde el arranque de las negociaciones, de que elegirlo era la mejor decisión, por lo que terminó siendo designado en forma unánime. Aquí vino a experimentar después de una trayectoria inestable en el banquillo (16 equipos, incluida la Sele, en 17 años desde el 2002), porque su hoja de vida decía claramente que nunca había dirigido –hasta ahora– a un seleccionado de un país.

Hizo su pasarela en los medios de comunicación y, con su verbo fácil y contundente, llenó los titulares de que impulsaría la transformación necesaria en el equipo, que había iniciado Ronald González, el emergente habitual en el banquillo de la Sele, en las giras por Asia, Norte y Sudamérica, luego del fracaso rotundo sufrido en el Mundial de Rusia 2018, cuando no se avanzó a la segunda fase como en Italia 1990 y Brasil 2014.

Pero las palabras se las llevó el viento. Hizo cinco convocatorias desde enero pasado, llamó a 52 futbolistas, consolidó solo a pocos de ellos que ya venían desde la era transitoria de González, como Allan Cruz y Randall Leal, y registró un pobre rendimiento del 41,6% en ocho presentaciones: solo tres triunfos con Jamaica, 1-0; Nicaragua, 4-0; y Bermudas, 2-1; empató una vez con 1-1 ante México, pero cayó 4-5 en penales; y perdió cuatro veces y lo hizo frente a Estados Unidos (0-2), Guatemala (0-1), Perú (0-1) y Haití (1-2).

Con el paso del tiempo, su discurso se diluyó. No hubo renovación. “Mi tarea pendiente es el recambio de jugadores”, confesó Matosas al dar su última lista. Solo hizo debutar a nueve jugadores desde la fecha inicial con los estadounidenses, la mayoría de los cuales se presentó en este amistoso al no ser fecha FIFA. Y los siguientes fogueos con Guatemala y Jamaica, recurrió al plantel de siempre, con muy pocas sorpresas en el listado final.

Se sabía que el recambio no es fácil, ni se logra de la noche de la mañana. Pero el rendimiento del equipo era tan pobre y no convencía a nadie que el propio Matosas decidió llevar a la Copa de Oro 2019 a veteranos de los últimos dos Mundiales, del 2014 y 2018, con el objetivo claro de ganar el torneo, y se olvidó del rejuvenecimiento necesario en el equipo nacional, una oportunidad que merecían prometedores jugadores como Francisco Rodríguez, Fabrizio Ramírez e Ian Smith, por citar unos casos.

El seleccionador debía enterrar la ocasión de llevar a la Tricolor a experimentados que ya habían cumplido su ciclo en la Selección Nacional, pero no lo hizo y convocó a Álvaro Saborío y Christian Bolaños, quienes al final de cuentas nada aportaron al equipo, jugaron poco y no marcaron mayor diferencia en la máxima competencia de la Concacaf.

El fracaso fue total en la cita regional. No se ganó ni siquiera el grupo ante Haití, Bermudas y Nicaragua, y eso obligó a un partido anticipado en el torneo contra el favorito México, en los cuartos de final, cuando el plan era topárselo en semifinales. Aunque exhibió su mejor cara contra los aztecas en esta fallida era con “el equipo de todos”, Matosas no cumplió las expectativas en su primer y único torneo oficial al frente del seleccionado.

En la siguiente fecha del calendario FIFA, en setiembre, eligió el grupo que le haría frente al fogueo de este viernes contra Uruguay. Pero en forma extraña se desperdició la oportunidad de un segundo amistoso contra Ecuador o Bolivia, cuando la Sele siempre ocupa jugar para darle roce internacional, aparte de intentar ganar esos compromisos y crecer en el ranquin de la FIFA, para que casualmente aparezcan mejores opciones de poner a prueba a su equipo en el futuro. Muy mal hecho.

Lo peor se dio a solo 48 horas del choque frente a los charrúas. Su renuncia sorpresiva al cargo para irse a dirigir en México al Atlético San Luis, cuando ni siquiera tiene un año de nombrado y no había arrancado el proceso eliminatorio a Catar 2022. Y pensar que el país tiene todo a su favor para amarrar la clasificación a su sexto Mundial, al estar ya sembrado en la hexagonal final por sus cifras acumuladas en el escalafón internacional.

“Yo vivo el día a día… No sabía que ser el técnico de una Selección era tan aburrido, porque no tenés a los jugadores…”. “No me siento productivo, a veces me parece que estoy de vacaciones…”. “Soy técnico de equipo, necesito el día a día…”. “No sabía que era tan duro…”. “No me siento yo, no me siento que estoy dando lo mejor de mí…”. Fueron parte de las desafortunadas declaraciones de Matosas al renunciar, que no convencieron a nadie.

Al inicio del camino a Catar 2022, el sudamericano dejó botada a la Sele, en forma irresponsable. No era lo correcto. Fue irrespetuoso desde cualquier punto de vista y su inesperada decisión dejó en entredicho el profesionalismo de este aventurero del fútbol. Ridículo mayúsculo a la gestión de la Fedefútbol, en la figura de su presidente recién reelecto, Rodolfo Villalobos.

El estratega confiesa que tenía tomada la decisión hace mucho tiempo, quizás por el mal desempeño en la Copa de Oro. Soy mal pensado: creyó que Villalobos perdería la opción de ser reelegido y que sería la mejor oportunidad para dimitir al cargo, porque quedaría fuera quien lo nombró; y si renunciaba antes de la asamblea de representantes hubiera perjudicado las intenciones electorales de su patrono. Pero al seguir el dirigente por cuatro años más hasta el 2023, esperó la primera oferta que le llegara de México para hacer efectivo su plan de irse.

La noticia cayó muy mal en la afición costarricense, a dos días del enfrentamiento amistoso con la Celeste. El disgusto en redes sociales es palpable y elocuente, con seguidores bravísimos que piden a gritos que Matosas, por dignidad y respeto al fútbol nacional, no debe dirigir este viernes en el banquillo tricolor. Me uno a los que piden con vehemencia esta situación, no solo para mejorar la decaída taquilla (apenas 15.000 boletos vendidos de los 32.000 que se pusieron a disposición de los aficionados), sino para que se siente un precedente ante un personaje que decepcionó a todos con su decisión que golpea el ánimo de un país futbolero que le abrió las puertas para cumplir su sueño de técnico.

Por respeto al país, Gustavo Matosas no debe estar en el banquillo este viernes y la Tricolor debe ser dirigida por el asistente que él nombró, Douglas Sequeira. No hay ambiente para que siga un minuto más en el equipo patrio. La Fedefútbol debe nombrar cuanto antes al sustituto, no dilatar mucho la decisión, porque después del fallido Mundial de Rusia se perdió un tiempo valioso con el uruguayo-argentino y se vienen dentro de un mes el debut tico en la Liga de las Naciones de la Concacaf y más adelante la Copa de Oro 2021 y el Premundial a Catar 2022.

Definitivamente, un año perdido con Gustavo Matosas en la Sele. Una burla y una estafa al fútbol tico de selecciones; sin duda alguna, un desperdicio de recursos económicos y de tiempo valioso. Que grave e incoherente decir que le aburre dirigir a una Selección, ¿qué dirán, entonces, los seleccionadores de los 210 países restantes que pertenecen a la FIFA y que consideran un privilegio guiar un equipo nacional en el mundo del fútbol? Él solito se enterró para siempre de la posibilidad de dirigir la representación de cualquier país en el planeta-fútbol. Su legado aquí es nulo. Todo debe arrancar de cero.

FUENTES CONSULTADAS: Las páginas de la Fedefútbol, periódico La Nación, Repretel Canales 6 y 11, la cadena estadounidense ESPN y YouTube.

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Tiene 42 años de ejercer el periodismo deportivo. Estudió en la Universidad de Costa Rica, graduado en 1989. Laboró en Radio Monumental, Deportes Repretel y la oficina de prensa del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA. Estuvo ligado por tres décadas al Grupo Nación, en la revista deportiva “Triunfo” y los periódicos “Al Día” y “La Nación”. Ha colaborado para medios especializados de la FIFA y en Centroamérica, Caribe, México, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Argentina, Brasil, España e Italia. Obtuvo el Premio Nacional “Pío Víquez” de Periodismo en el 2007 y dos veces el Premio “Jorge Vargas Gené-Óscar Cordero Rojas". Su especialidad son temas de historia y estadística del deporte nacional e internacional. Desde 1995 escribe la columna “Buzón de Rodrigo” y desde 1989 es corresponsal del semanario deportivo “France Football” de Francia. Integra la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Futbol en Alemania y a partir del 2007 es miembro del jurado mundial del “Balón de Oro”, de la revista “France Football". Escritor de múltiples obras deportivas, como la colección "Aventura Tricolor: Mundial de Italia 1990, "Tiempos de Selección" (1997), "La Copa Mundial de Fútbol (1998), "100 años de Deportes" (1999), "Huellas del Fútbol Tico" (2009), "Legionarios" (2012), "CSH-100: ¡El equipo que nació Grande! 1921-2021" (2021) y "Crónica del Centenario 1921-2021" (2021).